Habitación de Christinne

Sonreí casi riéndome por sus palabras. ¿Espiar? Si hubiese querido hacerlo, no me había visto, de eso no podía caber duda alguna. Solo la contemplaba y admiraba como en muchas ocasiones la belleza creada por el mayor y más grande artista, ese que no podía ser superado, ese que tenía control sobre la vida y la muerte, sobre la carne y la tierra. Cierto. Solo Dios podría haber hecho que en este mundo existiera tanta perfección y pureza en un mismo ser… pero también aquel al que seguía en pasos dictados por otros y seguidos por voluntad.
- No me disculparé, recordarlo bien… sería un sacrilegio contra la obra de un artista,… por muy divino que sea.- Dije mirándola. Sonreí con picardía.- ¿Sabéis acaso el porqué? Os lo diré. No les hace falta, sus mentes son peor que la mía, ellos disfrutan imaginándolas, y Dios sepa en qué lujuriosas imágenes piensan aun estando en brazos de otras.- Lo sabía, lo había visto y estudiado en mis muchos trabajos para algunas mujeres que habían sospechado de sus maridos. Los había observado día y noche, sn descanso. Horas después de haber jurado a sus esposas, fieles y astutas sin duda, fidelidad eterna, fueron a buscar a sus amantes. – Quizás sea así y la belleza de esas mujeres me aturden y engañan.- Dije sonriendo misteriosamente.- Pero… tu… eres muy diferente a ellas. Absolutamente opuesta a ellas.- No tenía dudas y no las tendría.


La tenía bajo mi cuerpo, parecía tan frágil, era tan frágil. ¿Por qué no pensó antes de ponerse aquella fina prenda? El sabor de sus labios, esa droga de la que dependía cada vez que la tenía cerca. Hizo fuerza para separase de aquel beso, no la dejé hacerlo, ni tendría intención de permitirle que lo hiciera.
Aquel segundo beso pareció obtener una breve respuesta a lo que yo buscaba. Deslicé mi mano por su cintura, sintiendo aquella suave prenda de algodón cubriéndola únicamente.
- Shh…, calmaos Christinne.- Dije al ver que aquella búsqueda se había detenido. Tomé su mejilla y la hice voltear el resto para mirarme.- Calmaos. No soy un desalmado.- Dije inclinando el rostro hacia ella, en busca de nuevo de sus labios. No era estúpido ni un canalla por mucho que cualquiera pudiera afirmar que sí lo era.- Tenéis razón no me mostrareis mas de lo que ya he visto.- No hacía falta sentía su cuerpo bajo el mío, como su respiración apretaba sus pechos contra el mío. En cualquier momento podría caer presa del deseo de poseerla como en aquel momento deseaba.- No es vuestro momento de ser mujer, mi pequeña y no creo en este momento que este sea el mejor lugar para ello.- Dije suavemente volviendo a besarla lentamente en el cuello.- Pero… seréis mía….- Volví a besarla.- De una…- Un nuevo beso…- U otra forma.- Dije finalmente besándola con pasión y ternura en los labios, adueñándome de su boca.

Siempre sabía como contestarme eso estaba claro, ¿acaso sabía como hacerlo antes de que las palabras saliesen de entre mis labios?, ¿podría tener razón alguna vez yo en lugar de él?, posiblemente no, dado que de la vida sabía más bien poco y sin embargo el quizas demasiado tanto en lo bueno como en lo malo.
-Oh, Dios mío, no me diga eso, ahora no sabré como mirar a la cara a esos hombres sin preguntarme que clase de pensamiento obsceno pasará por su mente con cada joven que pasa delante de sus ojos.-dije algo impresionada, aunque supuse que era algo de esperar, porque como bien él decía eran hombres. Entonces habló de que quizás la belleza de esas mujeres le influenciase y que yo era diferente, sonreí bajando la mirada y negué con la cabeza.-¿Qué le hace pensar eso?,¿quién dice que no estoy actuando para manipularle?,¿cómo sabe que no soy menos ingenua de lo que parece?-pregunté mirándole.
Sentía el peso de su cuerpo sobre el mío, el peso de ambos sobre el mullido y cómodo colchón. Sus labios aprisionando los míos, sintiendo la calidez de estos en aquel beso del que no podía escapar y el recorrido del deslizar de su mano hasta mi cintura, donde se detuvo para mi suerte, dado que de no haber sido así mi corazón habría extallado,y del cual escapé al ladear mi rostro, con aquel sonrojo ya característico en mis mejillas. Le miré algo confusa por toda aquella situación, con la respiración agitada por aquel prolongado beso. Habló con una voz suave, tratando de tranquilizarme mientras su mano se colocaba en mi mejilla y me hacía volver a mirarle, mientras de uevo me dedicaba palabras tranquilizadoras y de nuevo se inclinaba para besarme, continuó besándome mientras hablaba, cortando sus palabras con cada beso, depositando el primero en mi cuello lo cual me hizo ponerme tensa un instante al sentir tal roce en él, el siguiente en los labios de una forma breve y el último de una forma más apasionada, volviendo a cortar mi respiración, nuevamente ladeé mi rostro para deslizar sus labios desde mis labios a mi mejilla.-Si sabe que este no es el momento y que...no voy a ser suya, ¿por qué...?-comencé a preguntar sin saber realmente lo que quería saber.-¿Por qué se empeña en besarme y tenerme tan cerca?,¿para que tentarse a usted mismo si sabe que no va a pasar...?-pregunté realmente confusa, notando como si el corazón fuese a salirse de mi pecho, ¿por qué tentarse por una muchacha a la que no convertiría en mujer?-¿Cómo puede estar tan seguro de eso...?, nada le asegura que lo seré-le contesté mirándole a los ojos.-¿Qué le hace pensar que podría entregarme a usted?-le pregunté¿tanto me deseaba aquel hombre?, ¿era por el hecho de saber que nunca antes había sido de nadie o por saber lo difícil que le sería que fuese para él o imposible?

- ¿Es necesario?- Le pregunté sonriendo acariciando su rostro.- ¿Tendréis que mirarles? A esos hombres no deberíais otorgarles una sola mirada. Qué piensen, qué deseen, son inferiores a vos, ratas hinchadas con su egocentrismo, muertos de hambre por el dinero, gusanos que devoran cadáveres, no les mires, nunca lo hagas.- Le dije, muy seriamente. Pensar que aquellos ojos por los que vivía, por los que era capaz de traicionar a aquel que me daba la vida y la acortaba de igual forma. Debí estar ciego para aceptar sus palabras y aquella mano tendida, de forma tan traicionera. Ni el ni ningún otro la tendrían, no la merecían, ni yo mismo la merecía, pero… no podía evitar quererla a mi lado, en cualquier forma. Un pensamiento, un suspiro, o en aquella habitación. La quería a mi lado sin importarme nada ni nadie. Espérame muerte, espérame, pero mientras pueda estar a su lado, te burlaré y engañaré cuántas veces sean necesarias para que tan solo un segundo pueda aprovecharlo y tenerla a mi lado. No me daba cuenta de cuántas veces desde que sus ojos se habían alojado en mis pensamientos, su perfume atado a mi alma y su rubor dado fuerzas a mi corazón de las muchas veces que había retado a la muerte. ¿Cuántas más burlas me quedaban hasta que ella, amante caprichosa, me tomase?

- No lo sé.- Le respondí tan sinceramente que hasta a mí mismo me sorprendió. Sinceridad. Pocas veces la usaba, y únicamente ella lograba que saliese de mí frente a ella con total naturalidad.- ¿Lo hacéis? ¿Fingís para mantenerme a vuestro lado? ¿He jurado amor y ofrecido mi vida a una mentira?- Ahora dudaba, lo veía reflejado en sus ojos los míos. Dudaba de que dijese que sí. El solo pensar en eso… Preferiría morir ahora mismo a que dijese que sí. Pensé. No quería dudar, pero… sus preguntas… alojaron en mi mente un rastro de temor a esa respuesta a la que quería llegar y oír de sus labios.

La miré con el triunfo pintado en el rostro, con la euforia brillando en mis ojos. ¿Pregunta porqué cuando su cuerpo reacciona de tal forma? Sonreí acariciando su cabello, su frente. Besé una vez más sus labios, fue corto pero lo suficientemente cálido como para desear más. Acaricié su mejilla, su barbilla. Recorrí su cuerpo, la curva de su busto, su abdomen su vientre.
- Porque os amo Christinne, sin ti solo hay oscuridad, eres mi luz, mi guía. Porque el deseo irrefrenable que siento es más fuerte que yo, sucumbo ante ti, ante la pasión.- De no ser tú, ya habrías sido mi mujer, Christinne. Esa era mi verdad, no era un santo, ni lo sería nunca, pero de milagrosa forma me lograba centrar en ella, en sus deseos no desvelados.- Lo serás Christinne, tu cuerpo lo demuestra, vuestro corazón acelerado, ese exquisito rubor que toda mujer posee cuando un hombre la ama en la cama. Es diferente al que siempre tenéis.- Sonreí mientras hablaba acariciando de nuevo su vientre, su abdomen y subiendo a su pecho para volver a bajar acariciando su muslo subiendo su pierna enredada en mi brazo.- Vuestro cuerpo os delata, como a cada mujer.- Dije suavemente besando su cuello y su escote.- Y… qué no os vaya a tomar aquí y ahora no me impide probar vuestra esencia virginal.

Reí levemente ante su respuesta y pensé que de ahora en adelante si que me costaría mirar a aquellos hombres a los ojos sin saber que clase de pensamientos recorrerían sus en aquellos momentos obscenas mentes a mi ver.
-Siento deciros que si debo mirarles, acostumbro a mirar a los ojos cuando mantengo una conversación y más si es una formal, si no, ¿qué clase de educación pensarán que he recibido de mi noble padre?-dije mirando al muchacho frente a mi, aunque cuando dije noble padre claramente me refería a su estatus social, dado que de noble para mi tenía bien poco o nada. ¿Cómo podría un hombre que juega con las mujeres y abandona a su hija durante años para separarla después de su madre ser noble para alguien?, no, desde luego no tenía mi aprecio...Parecía haber sembrado la duda en él y por un momento me sentí enorgullecida de poder controlar la situación durante unos instantes, suspiré y sonreí nuevamente bajando la mirada sabiendo que al menos no se arriesgaba a responderme y me preguntaba, lo que quería decir que me creería, y lo cierto es que esta vez hacía bien dado que no tenía intención alguna de mentirle.-No, no os miento, la verdad que soy una pésima mentirosa y odio las mentiras...prefiero mantener junto a mi a las personas contándoles la verdad en todo momento, sea buena o mala para que ellos elijan si me quieren a su lado o no.-le dije con un sonrisita.
Aún se mantenía sobre mi, sin apartarse ni un milímetro, ¿por qué? no lograba entenderlo, sonrío, con aquella paz en su rostro, acariciando mis cabellos y mi frente y de nuevo regresando en busca de mis labios, sin embargo esta vez de una forma breve, comenzó una caricia en mi mejilla,continuándola en mi barbilla y derepente deslizando su mano por mi cuerpo,lo cual me inquietó demasiado, poniéndome tensa.-¿C-cómo podeis amar a una mujer a la que habéis visto dos veces y que solo os causa problemas?, otras mujeres habrán hecho más por usted que yo y no tienes su amor aún mereciéndolo...-dije con la voz temblorosa debido al nerviosismo que sentía.-N-no....no piense que esa es una razón, nada de lo que ha dicho tiene que ver...yo...mi rubor y el acelerado latido de mi corazón,¿no ha podido pensar que se debe a tal proximidad o a la situación teniendo en cuenta mi inocencia e inexperiencia en esta clase de situación?-le contesté mirándole a los ojos.-Nada tendría que ver con lo que ha dicho...si fuese a entregarme a usted, ¿por qué no ahora?, sin embargo no...no lo hago...Todo rubor es igual....-le dije aún con ese temblor en la voz y el rubor de mis mejillas aumentando por instantes.Volvió a acariciar mi vientre y mi abdomen, subiendo hasta mi pecho para bajar de nuevo hasta una de mis piernas y hacer con el brazo que la flexionase, aquella libertad que se tomaba en recorrer y explorar mi cuerpo con el tacto de su mano me puso nerviosa y tensa y al sentir sus beso en mi cuello y mi escote una de mis manos fue inmediatamente a la suya para apartarla de mi cuerpo e impedir que continuase recorriéndolo.-Usted mismo a dicho que no soy como todas, se contradice...-le dije observando su cabello y colocando mis manos en sus hombros para que con algo de fuerza separar levemente su cuerpo del mío y mirarle a los ojos,apenas había logrado moverle,era demasiada su fuerza contra la mía apenas existente. No logré entender del todo a que se refería con lo último que dijo, y aquello precisamente no me tranquilizó.-¿A...a qué se refiere...?si trata de ponerme nerviosa déjelo por favor...-le dije al saber de nuevo que él era el dueño de la situación y no yo nuevamente como me habría gustado.

Me quedé pensativo. ¿Noble? Me reí.
- Noble. Decís noble. No sé que pensarían el resto de vuestra educación, pero sí sé lo que pienso yo.- Dije. ¿Por qué ese hombre no le había enseñado a tratar con ellos? Demasiada niña para ser tratada como mujer. Demasiada mujer para seguir durante mucho más tiempo comportándose como una niña. Quería enseñarle lo que debía saber, como comportarse. Yo sabría llevarla a lo más alto de un sueño. Pero, ese sueño no quería que fuese considerado deshonroso. Suspiré para mis adentros. ¿Cómo podría deshonrarla en este momento, en este lugar? Pero es tal el deseo que podría perder el poco autocontrol que me queda.

Sonreí al oír aquella respuesta, que me liberó de todas las dudas nacidas por su culpa.
- Cruel belleza amada.- La llamé, me había hecho dudar, pero no volvería a hacerlo había escarmentado y me sentía molesto conmigo mismo por dudar. La miraba intentando transmitirle o quizás rogarle que no volviera a hacerme aquello. Hacerme dudar de ella, es como hacerme dudar de mi mismo. Pues por ella estaba consagrando mi existencia, por ella consagraría mi vida y mi muerte.

Cada cambio de su cuerpo lo notaba, pegados el uno a la otra, yo sin necesidad ni intenciones de levantarme de su lado. No negaba que me costaba controlarme más que con cualquier otra mujer, pero ella no era cualquier otra mujer, era la mujer. Mi niña, mi princesa. Mi vida y mi guía. Ella lo era todo y a la vez nada.
- Esa es una buena pregunta. ¿Por qué vos entre las muchas mujeres que han pasado por mi vida, habéis debido ser vos la que me robe el corazón y la razón? Pero sabéis, no es algo que me preocupe por hallar una respuesta.- Le respondí acariciando sin descanso su cuerpo. Cada curva que se marcaba en aquel camisón. Me reí a causa de su tartamudeo nervioso.- Quizás tengáis razón Christinne, quizás me equivoque pero… no me equivoco en que con cada roce y cada beso no empezáis a sentir un calor que os recorre desde el vientre subiéndoseos a la cabeza y dispersándose por todo vuestro cuerpo.- Sonreí acariciando sus labios como mis dedos. No, no es igual, este es el rubor de saber que ya no son simples halagos, este rubor es de sentir el peso de un varón sobre el suyo.- Antes os dije que no era el momento adecuado para que os entregaseis a mí, ahora en este momento ya no estoy tan seguro. No es igual y si lo deseáis os lo demostraré… aunque…- Me quedé callado me separé un poco de ella, la contemplaba desde la altura de la mitad de mi cuerpo. Hermosa, radiante y sensual. Tan ruborizada que su propio cuerpo por entero pareciera adquirir ese sonrojo como el fuego que se extiende en un bosque seco. No me agradaba el hecho de que siguiese intentando resistirse cuando su propio cuerpo me invitaba.- Cierto, me contradigo, porque lo que digo no se corresponde con lo que deseo y lo que deseo se contradice a lo que me digo a mi mismo.- Dije defendiéndome de aquel ataque que incluso yo mismo me lanzaba. No me toquéis niña, por favor… ya es bastante difícil el tocaros y mantener la calma. Le decía en mi mente, pero era ya tarde cuando quise alejar sus manos de mis hombros pues ya la volvía a besar, con hambre.

Mi pierna entre las suyas, sintiendo la suya en un lugar que de haberlo podido evitar hubiese preferido hacerlo, aunque por mas que me dijese aquello, me volvía loco.
El brazo que rodeaba su espalda la atrajo hacia mí, las finas tirantas de su camisón se deslizaron por sus hombros, mi mano libre se deslizaba por su muslo, subiendo el camisón, introduciéndose debajo de este. Su piel era cálida y más suave de lo que yo creía haber imaginado. Esa piel que ningún hombre habría tocado nunca.

Deseo puro. Deseo liquido. Me quemaba. Seguí besándola entrelazando su lengua a la mía, no había forma de respirar en aquel beso. Un beso tan asfixiante como ardiente.

Le miré ladeando un poco la cabeza.
-Sí, noble, debo guardarle respeto a mi padre, ¿no cree?, no sé que es lo que pienbsa aunque quizás sea mejor,¿verdad?-le dije con una leve sonrisa,no demasiado pronunciada. Era cierto que mi experiencia en el trato con hombres era realmente mínima más allá de la cortesía de un saludo o un paseo matutino. Sonrío y pareció sentirse aliviado ante mis siguientes palabras.-¿Realmente me había creido?, quizás no miento tan mal, lo cual no sé si es algo de lo cual alegrarme o entristecerme.-le dije con una suave risa.
Le miré mientras hablaba, contestándome a cada una de mis preguntas y afirmaciones, siempre, siempre tenía algo que contestar, era algo inevitable.
-Eso es algo que yo si me preguntaría y preocuparía por el por qué, quizás se precipita al error de amar a alguien a quien apenas conoce y que podría no tener en cuenta sus sentimientos¿cómo sabe que no soy su capricho?- repliqué, aún sintiendo su mano recorrer mi cuerpo, me incomodaba, no quería aquello...no quería aquella clase de roce hasta que encontrase a la persona que realmente amase...con la que no tener miedo a ser herida o a entregarme por completo en cuerpo y alma.-Es cierto que todo esto me sobresalta o me hace perder el control levemente,provoca estas reacciones tontas en mi cuerpo y me confunde, pero creame que no significa que quiera entregarme a usted, tengo bien claro cuando y a quien me entregaré.-le dije mirándole a los ojos pensando en que deseaba que aquel primer roce fuese con aquel muchacho que me amase y amase hasta la locura.Acarició mis labios con la yema de los dedos y bajé mi mirada, despues volviéndole a mirar. Habló de nuevo, sobre las palabras dichas momentos antes, sobre que no había sido el momento adecuado pero ahora había cambiado y para él quizás fuese el momento...aquellas palabras me asustaron ante la seguridad y la decisión que parecían mostrar.-No, para mi todo sigue igual, en el mismo momento...no deseo que me demuestre nada.--le dije mirándole a los ojos para mostrarle que al igual que en sus palabras se mostraban seguridad en las mías también. Separó su cuerpo levemente del mío y pensé que iba a dejarme escapar de aquel agarré, sin embargo no lo hizo, tan solo me contempló mientras yo deviaba la mirada por aquella tensión que sentía en el momento.-Sé que se contradice, y también se que apesar de todo me esta respetando y se lo agradezco, agradezco que no me fuerce...pero temo que quizás se esta tentando demasiado a si mismo y ninguno de los dos saldríamos bien parados...-dije mientars aún sentía sus manos rozando mi cuerpo.-Si no cesa el recorrido de sus amnos o lo intensifica me veré obligada a gritar...-le dije, no amenazándole si no advirtiéndole por el bien de ambos, hablandole con la máxima tranquilidad que pude.Entonces sentí su brazo alrededor de mi espalda acercándome de nuevo a él con fuerza mientras me besaba de forma pasional otra vez. No entendí el por qué, pero nuevamente mis labios reaccionaron ante los suyos besándole, sintiendo por primera vez la pasión del momento,besándole de una forma intensa, sintiéndolo cálido, pero a la vez confuso, sintiéndome extraña...si podía sentir pasión en aquel beso, pero no ternura o dulzura...no al menos por mi parte, le estaba besando, le besaba de aquella forma en la cual parecía que no cesaría el beso hasta que los labios me doliesen, pero algo en mi también me decía que era equívoco y vacío, expontaneos y prvocado por todos sus actos, sintiendo una atracción, pero no un sentimiento fuerte,intenso o real más allá de aquel momento. Entonces sentí su pierna entre las mías y su mano en contacto con el muslo de una de mis piernas,ascendiendo, subiendo la prenda que llevaba para acariciar la piel bajo este, entonces sentí miedo, no quería, no quería que aquello continuase, queria que parase, no deseaba aquella pasión...no quería que fuese así, no quería que fuese él...entonces comencé a revolverme, apartando mis labios de los suyos, queriendo apartar sus manos de mi, empujándole con las manos.-Paré, basta, apártese de mi.-le pedí, comenzando a ser presa de aquel nerviosismo, empezando a gritar como una niña asustada,quizás no le di tiempoa actuar pero luche por incorporarme mientras aún gritaba.-¡Le he dicho que pare!,¡Basta, basta!,¡no me toque!-grité, apartándole de mi lo más que pude,tenía tanto miedo en aquel momento, estaba tan nerviosa...

Escuche los gritos desde la habitación en la que estaba subia las escaleras a la prisa que mi ropaje me daba correr. Aunque debia decir que no me apresuraba dejandome la vida reconocia la voz. llegue a la puerta y la abrí obseve a la bastarda hija de mi esposo.

-A que vienen esos gritos?.- la vi de pronto con el camison subido los tirantes bajados y frunci mi nariz mirando toda la habitación.- Que estas haciendo? eh??? Espero no andes con hombres escondidos en la casa.
Como la odiaba, era lo peor, una bastarda asquerosa que su padre tenia de otra relación. Tan altanera viva y maleducada ella, no tenia respeto ni educación. Era mayor y se movia como una niña chica y libertina.

No podía dejar de sentirme de aquella forma, asustada, acorralada, nerviosa...era cierto que no debría haber dejado pasar aquello, no debería haberme acercado a mi propia cama al ver su cuerpo allí reposando, debí haber intuido que aquello podría haber pasado, pero una vez más fui confiada e ingenua...nunca debí de ser tan confiada o actuar de forma tan libre mientras un hombre permaneciese en mi cuarto, aquella había sido la consecuencia de mi error, por ello en aquel instante me sentía tan limitada, como si el aire me faltase cada vez más con cada beso que depositaba en mis labios o mi piel...sabiendo que aquello estaba mal, que no debía pasar...había pasado de un extremo al otro, no me extrañaría haber sido la causante de una duda en su mente, dado que había pasado de corresponder sus besos a comenzar a revolverme y gritar como una histérica. Se apartó de mi y trató de silenciar mis gritos tapando mis labios con una mano, sin embargo no fue capaz ya que seguí revolviéndome y forcejeando, luchando por seguir gritando, en ese momente no era consciente del mal que podrían hacerle aquellos gritos, tan solo quería que se apartase de mi. Se apartó y me miró de una forma fría,apenas irreconocible para mi,nunca antes me había mirado así y aquello aumentó levemente mi temor y nerviosismo en aquel momento. Se escondió bajo la cama y supe que en cualquier momento alguien entraría en la estancia, había alertado con mis gritos a media casa lo cual era perjudicial para él. Aún continuaba tumbada sobre la cama, con lágrimas en los ojos cuando mi madrastra entró y me miro de aquella forma en la que solía hacerla, con odio. Estaba segura que de no haber sido ella o mi padre quien hubiese acudido alertado por mis gritos al lugar habría tardado menos...¿aquella gente era realmente mi familia? no me culpaba or desearme algo mejor, una de verdad, por sentirme sola en aquella casa rodeada de gente que me odiaba...miró toda la habitación y yo me incoporé un poco,bajando mi camisón para colocarlo de manera correcta y me sequé algunas lágrimas con el dorse de las manos.
-Ah...yo...lo siento mucho.-le dije con una voz suave,desviando la mirada.-No, no es nada, tan solo he tenido una pesadilla...he debido de quedarme dormida cuando me tumbe sobre la cama para descanasar un poco...siento haberte importunado...-le dije mientras continuaba sentada sobre mi cama, mirando hacia la puerta,en donde ella se encontraba, ¿no podía tratar de disimular aquel odio que me tenía?, se suponía que debía ser como mi madre...pero me despreciaba...no sabía si era pro el hecho de no ser hija suya realmente si no de otra mujer y ser la heredera de todo, o por su incapacidad para concebir un hijo...-Estaba asustada, no me di cuenta de que comenzaba gritando...lo siento...-me disculpé de nuevo, sin mirarla y luego mirándola.
-

Miré de lado a lado registrando y escrutando con mi mirada cada mueble, bulto o cortina que mi vista alcanzaba a divisar. Mascullé una maldición entre dientes y mirando fijamente a la muchacha.

-Eres como tu madre... una sucia ramera...-Me di la vuelta y con otra maldición y un fuerte portazo que hico repicar los cuadros de la habitación abandoné la estancia con paso decidido y marcado.

En buena me había metido, primero por el hecho de haber dejado avanzar la situación y segundo por ser tan escandalosa, quizás con haberle pedido que me dejase habría servido, pero los nervios se habían apoderado de mi y por ello ahora sufría las duras palabras de aquella mujer que se pensaba más que yo...¿por qué?, ¿por qué era una noble?, ¿y qué?, yo también lo era ahora, era cierto que mi madre era un mujer corriente, humilde, trabajadora, que no había poseído jamás demasiadas cosas, pero quien me había hecho como era y una de las mejores personas del mundo. Me merecía el mismo respeto que aquella mujer que me detestaba de aquella forma. Pero ahora no podía ponerme a discutir con ella, no era correcto hacerlo y aquello le daría razones para rebajarme y burlarse aún más de mi, me comportaría. Habló de mi madre y deseé gritarle que la única ramera era ella, que tan solo le importaba el dinero, una evidiosa que deseaba lo que yo le había arrebatado. Salió de la estancia y durante unos instantes mantuve apretados con fuerza los puños conteniendo las lágrimas, con rabia, con una mezcla de sentimientos en mi interior.
-Eso te gustaría que fuese...te frustra saber que mi madre dio una heredera a esta familia aunque no te guste porque no era de clase alta y que fue mejor que tú,mil veces,ambas tenemos más dignidad de la que tú tendrás jamás. Suerte tuvo el hijo que no puedes concebir de no tener una madre como tú,aunque sea yo quien tenga que sufrirte...-mascullé entre dientes llena de rabia.-No somos ningunas rameras...-dije bajando la voz y la mirada.-Te odio tanto, y le odio tanto a él en ocasiones...Odio tanto esta casa...¿por qué os empeñais en despreciarme en lugar de acogerme si soy parte de esta familia y vais a dármelo todo?,¿por qué me haceis tan infeliz?-me pregunté a mi misma.-Ojala pudiese irme de aquí...un día, solo tengo que esperar...estoy decidida a ser feliz sea o no aquí.-susurré y entonces me di cuenta que el muchacho seguí bajo la cama. Respiré hondo pra serenarme y dije.-No hay peligro,puede salir, y por favor...le ruego que no se enfade conmigo, no pretendí delatarle.-dije.

Permencí bajo aquella cama, atónito por las palabras de aquella mujer. No hablé ni salí incluso despúes de haber oído la puersa cerrarse con estrepito.
El silencio solo lo rompio la dulce voz de Christinne, oirla hablar de aquella forma me acongojó y, de la misma forma que su padre me había producido odio y repugnancia, aquella mujer, que por las palabras de la muchacha no tenía lazos de sangre con ella, me despertaba la misma ira o quizás una más fuerte que achacaba al hecho de insultar a la niña que amaba.
Me instó a salir pero, la rabia y la ira que sentía me hacian quedarme allí unos instantes más. Al final, salí.

Permanecí en silencio mirando hacia la puerta, podría salir, ir habitación por habitación, podría acabar con todos aquellos infelices que vivieran allí. Que hicieran que ella hablase con tanto rencor y odio. Disfrutaría matando a aquellos dos desgraciados infelices. Me giré y la encaré. Solo quería abrazarla, pero... si lo hacía volvería a sucumbir ante el deseo, lo sabía verla con aquella prenda tan fina que dejaba ver lo que las sabanas no lograrían cubrir... No, ya no... ni ella deseaba que la tocase.

Permanecí en silencio mirandola, no quería dejarla sola...
La habitación se llenó de luz a la caida de un rayo rasgando el firmamento. El sonido fue ensordecedor y la lluvia calló con rabia.
Suspiré. No podría quedarme, a menos que ella me dijese lo contrario.
- Me iré ahora.- Dije arrepintiéndome de aquel tono tan frío y amenazante. Estaba furioso y no quería que ella lo notase. Solo deseaba matar a aquellas dos personas que habían entrado en esa habitación, esas de las que había presenciado las situaciones mas desagradables.

Silencio.Fue lo que obtuve en respuesta a todas mis quejas, pero era lógico, deseaba poder tener el valor algún día de decir todo aquello frente a ellos, que escuchasen cuanto les odiaba aquella a quien trataban como a una cualquiera y poseía tanta sangre de aquella familia como ellos e incluso más que algunos... Continué sentada sobre el colchón,, tapando mis piernas con las sábanas. Hablé esta vez en una voz más tranquila para dirigirme al muchahco oculto bajo mi cama y avisarle de que ya era libre de salir, nuevamente obtuve el mismo silencio sepulcral que recibí a mis quejas, no apareció durante unos minutos, y después,al fin, salió de su escondite y se mostro de nuevo ante mi.Aún así se mantuvo callado, sin dejar escapar sonido alguno de entre sus labios, mirando hacia la puerta, lo olvidaba, quizás...hubiese visto y escuchado todo, quizás no, seguro. Desvié la mirada unos instantes y cuando volví la mirada hacia él de nuevo me encontré sus ojos posados en mi, mirándome. Suspiró y entonces una luz acompañada de u tenebroso y estrepitoso sonido iluminó la sala,asustándome un isntante y luego quedándome en calma al darme cuenta de que se trataba tan solo de un rayo.
-Como desee...-le dije ante sus únicas palabras hacia mi.-Pero, por favor,nuevamente le pido que no se enfade conmigo, no quise ponerle en peligro en ningún momento...y olvide lo que ha escuchado decir a...mi madre o a mi...por favor.-le dije en voz baja, bajando de nuevo la mirada.

Se mantuvo aún en silencio, quizas mis palabras le habían incomodado, no le culpaba, quizás no habían sido las esperadas o más acertadas en aquel momento, pero había pensado que eran las que debía decir en ese instante. Seguía allí plantado,mirándome,sin decir ni una sola palabra, lo cual no me hacía estar precisamente tranquila. Mantuve la cabeza baja, hasta que por fin su voz sonó de nuevo en la estancia y alcé el rostro para mirarle sorprendida por sus palabras,algo sonrojada al recordarlo.Comenzó a caminar hacia la ventana, abriéndola, un viento helado entró junto con algunas gotas de rocío provinientes del cielo, empezaba una tormenta. Sabía que quizás no era la mejor situación para dejarle marchar con ese temporal, pero no podía pedirle que se quedará, no después de lo que había estado a punto de ocurrir por haberme dejado llevar durante un isntante...no, no podía arriesgarme a que pudiese volver a ocurrir...había sido demasiado, tampoco quería volver a ponerle en peligro, alguien de mi familia podría entrar en mi habitación mientars dormía llamando o sin llamar aunque la última vez no lo hubiesen hecho, sin embargo esta noche ya los había alertado una vez y quizás quisiesen asegurarse de que no mentía o de que no tenía más ``pesadillas´´dado que sabía que si confianza en mi era mínima en algunas situaciones. Cerró la ventana trás de si y se marchó. Había dicho que no olvidaría lo ocurrido aquella noche, ¿por qué no? había estado a punto de delatarle...aunque de habérselo pedido seguramente tampoco habría querido olvidarlo. Con un suspiro,pensando en lo extraña y movida que había sido esa noche me acurruqué entre las sábanas y acomodé sobre la almohada, cubriéndome con las sábanas y extendiendo un brazo hacia la mesita de noche de mi lado apagué la luz, dispuesta a dormir.