Noche en la taberna (Drake)

La noche era oscura, levemente iluminada por las farolas entre las cuales había una inquietante oscuridad. Me había ido de casa hacia unas horas, tras otra discursión en la que mi padre no hacia mas que entrometerse en mi vida, intentando controlarme, al parecer ahora que tenia 20 años se interesaba mas por lo que hacia, lamentablemente ya no era un niño y no tenía pensado llegar a convertirme en alguien como él.
Había decidido ir a algun lugar donde nunca se decidiese a buscarme y que mejor lugar que el que él odiaba y al que nunca vendría, Locus Lunae, y mucho menos a una taberna donde sus elegante trajes fueran manchados con el humo y la depravasión de ese lugares.
Me acerque a la barra donde un camarero con un gran bigote limpiaba unos vasos y le pedi bajo la atenta mirada de algunas personas una cerveza, quizás me conocieran, quizás luego se lo dijeran a alguna de las amistades de la familia, quizás luego mi padre se enfadara, pero, francamente, eso era lo que menos me importaba, solo quería disfrutar de la noche en un lugar que nunca habia visitado.

Tomé un trago de la cerveza tranquilo, era una gran compañía para el hombre, y sin duda gran amiga mía.
La taberna no se parecía a ninguna en la que había estado antes, pero, tenía un cierto encanto que podría atraer a la gente para pasar un buen rato.
Tras unos minutos en lo que lo único que se oí eran los murmullos de la gente que se aglomeraba alrededor de la barra y en las mesas, note como alguien se sentaba en el taburete continuo y pedía lo mismo que yo, era un chico de una edad quizás un poco mayor que la mía, pero tampoco suponía que me pudiera llevar muchos años, por un instante sentí sus ojos clavados en mi, como si estudiase mi rostro o reflexionase sobre quien era, sin duda, nunca lo había visto, así que no sabía a que se debía el estudio de mi persona, o quizás si y fuera uno de aquellos hombres que trabajaban con mi padre, sin duda, la complexión era la misma que la de aquellos que mas de una vez se habían terminado emborrachando conmigo e incumpliendo las ordenes que mi padre les hacía
- ¿Le puedo ayudar en algo? –le pregunte tras un breve minuto en el que el camarero le traía su pedido a él y lo tomaba rápidamente hasta dejar su vaso a la mitad.

Permaneci contemplando la jarra de cerveza sobre la tarima de madera. Habia sido mala idea venir a aquel lugar, hubiera preferido algo mas tranquilo, un lugar donde poder cerrar los ojos, olvidar la existencia del mundo y permanecer dormido. Si, dormir hasta despertar y comprobar que el mundo habia dejado de ser mundo. Pero en aquel lugar era lo mas improbable que jamas podria suceder.

Miré la jarra hasta que oi la voz masculina de alguien a mi lado, giré la cabeza en direccion procedente de la voz, encontrandome con el joven que instantes antes habia estado observando.
- Lo cierto es que no hay nada en lo que ayudarme.- Dije respondiendole, al mismo tiempo que me preguntaba si aquellas palabras ocultaban alguna doble intencion. Era precavido no conocia a ese joven y a pesar de sus ropajes podria ser cualquier cazarecompensas en busca de una suculenta suma de dinero, pero... Al diablo con todo. Lo menos que me apetecia era estar imaginando, suponiendo y sobretodo pensando.- Pero tal vez podais acompañarme bebiendo.- Propuse, en esa noche dejaria atrás lo que era y me ocuparia unicamente de intentar despreocuparme de todo, pensar unicamente en el estupido pensamiento de que la vida era mejor de lo que se dibujaba.

Segundos despues de que le enunciara la pregunta el joven se digno a volver a centrar su vista hacia mi persona y responderme. Tras escuchar sus palabras, opte por dejarle en paz y volver a centrar mi atención en la cerveza que reposaba sobre la mesa casi intacta, mis suposiciones acababan de verse respondidas y no tenía porque preocuparme de que fuera alguien al que mi padre hubiera contratado para que no le dejara en mal lugar, sin duda era capaz de cualquier cosa para proteger su reputación, si algún día tuviera que matarme, quizás lo hiciera, o quizás en el fondo tuviera corazón o remordimientos. Un minuto despues de que emitiese su contestación escuche de nuevo la voz del joven con una propuesta bastante alentadora en aquel momento.
- Por supuesto -le respondí unicamente con la cerveza en la mano, en una noche como esa la compañia nunca estaba de mas, y la de la cerveza, pese a ser una gran amiga en las penas, no te daba una conversación posiblemente interesante, sino un dolor de cabeza a largo plazo, aunque, la mitad de las personas con las que me relacionaba consegian ese efecto en mitad del tiempo calculado.
Tome un trago de la cerveza y volvi de nuevo a centrar mi atención en el chico.

Tome de nuevo, en mis manos, la jarra de dorado liquido, de amargo sabor y embriagador aroma, capaz de arrebatar a los hombres su cordura en los momentos de pesar, capaz incluso de alejar a esos mismos hombres del seno de su familia, seducidos por el nectar que desde niño me habian inclucado era, elixir del Diablo. Y yo como buen pecador con alma maldita, desde joven probé este pecado, junto con muchos otros. Pense mientras hacia bajar la bebida por mi garganta.

Un largo cansado y doloroso suspiro desganado emergio de mi sin razon ni porque o, ¿si que tenia un motivo para nacer y morir en el mismo momento en que brotaba? Cierto, tenia un nombre, dulce nombre, de traicionera confusion para el hombre ante su bendita inmadurez, rica en belleza pero jurada en castidad.
- ¡Ay, que el amor de vista vendada, haya de ver sin ojos los caminos para su voluntad! Hay mucho que hacer ocn el odio, pero mas con el amor. ¡Ah, entoces, oh amor pendendeciero, oh odio amoroso, oh todo creado de la nada! ¡Oh pesada ligereza, oh seria vanidad! ¡Deforme caos de formas bien parecidas! ¡Pluma de plomo, humo claro, frio fuego, salud enferma! ¡Sueño desv elado, que no es lo que es! Este amor siento yo, que no siento amor en esto.- Dije ensimismado en la nada, perdido en el no suspiro ahogado en el silencioso vacio en el que me habia sumergido sin pensarlo ni querelo habia aparecido cual charco de negras y turbulentas aguas al evocar su nombre, su simple nombre que arrancaba destellos de luz esperanzadoras al igual que sus ojos que se arraigaban en mi pecho.

Silencio...

Nuevamente el arrollador bullicio del lugar volvio a inundar mis timpanos haciendome volver a la cruel realidad. Dandome cuenta del hecho de mis palabras pensamientos expresados en sueño despierto mire al joven y sin expresion en mi rostro hable de nuevo.
- ¿No ries señor? ¿No os produce risa, el que un hombre hable de esta forma, sin motivo alguno? Muchos dirian que me volvi loco, que fui seducido por un demonio encarnado en una mujer y otros simplemente dirian que hablaba cual niño enamoradizo, vos... ¿cual de esas personas sois?

Cuando centre mi atención en él simplemente estaba bebiendo el liquido de su jarra, una cerveza, al igual que yo, sin duda, era una de las bebidas que a todos o casi todos les gustaba, algo que pasaba por el paladar de una persona dulcemente y provocaba a menudo la locura si se excedía su consumo.
Deje de pensar cuando oí un desganado suspiro proveniente de su garganta, seguido después de unas cuantas palabras sobre el odio y amor, algo que podía tener sentido ya que muchas veces ambos sentimientos venían unidos de alguna manera, al igual que muchos otros. Sin duda ese joven se veía atormentado por eso, en sus palabras se podían dar a entender bastantes cosas, una mujer podía causar estragos en el corazón de un hombre si se lo proponía, pero muy maravillosa debía de resultar ser para que alguien perdiese de esa forma la cabeza, para que un joven caballero hablase de esa forma. Me mantuve en silencio incluso unos segundos o minutos después de que emitiera esas palabras, él también, solo se podía escuchar los gritos de los hombres que se encontraban en el lugar y las risas coquetas de muchachas cuyas profesiones eran en la noche algo muy beneficioso para ellas y gratificante para esos hombres, jovenes y viejos, no importaba la edad, solo el dinero.
Deposito su mirada en mí, rompiendo el silencio adquirido y preguntándome la opinión sobre sus “locas” palabras, no dude en ser profesar mi sincera opinión en cuanto a ellas.
- Pues sin duda yo sería en que pensase que fue seducido por un demonio con cara de ángel y cuerpo creado para el pecado –respondí mirándole sin importarme mucho cual fuera la opinión que el tuviera, no conocía a esa mujer, o al menos eso creía era la primera vez que cruzaba la frontera que separaba ambas regiones, Locus Solís, Locus Lunae, tampoco me parecían tan distintas.

Mi acompañante se comenzó a reír terminada mi respuesta, no sabía lo que le había causado gracia de todas las palabras, pero sin duda era mejor que se riera a que se lamentara, la vida era corta para lamentaciones, mejor divertirse.
Escuche su respuesta inundada en algunas risas, al parecer esa chica no era un “demonio”, al menos no lo era para él, sino que era mas especial que eso, era la encarnación de una santa, pero por alguna razón percibía que el amor no era correspondido por la parte de la joven, que ella no lo veía mas que como un amigo, un conocido, o que simplemente ni siquiera le prestaba la atención que él quería, al menos eso me estaba dando a entender con aquellas palabras que unas tras otras daban mas sentido a lo que me explicaba.
Tomé la fría cerveza entre mis manos y bebí haciendo que bajara por la garganta mientras pensaba en todo lo que él decía, tras su silencio con la frase que no termino, pero que preferí no preguntar ya que me parecía entenderla aun inconclusa, escuche que me preguntaba el motivo de mi estancia en el lugar.
- Creo que quería alejarme de mi hogar durante esta noche, irme bien lejos, donde si por alguna razón me buscaran nunca me hallaran y pues… este lugar fue el primero que encontré y me da buen resultado por el momento, no necesito preocuparme porque “mis padres” se tomen la molestia de buscarme para que vuelva a casa hoy –expliqué con algún que otro gesto de cansancio en mi rostro, últimamente siempre salía alguien en mi busca, mi padre intentaba mantener su imagen y yo no le era de gran ayuda en los últimos meses, aunque lo que me causaba mas gracia era que se preocupara por lo que hacia tras 20 años de mi vida.

Hice una especie de mueca con la boca mientras el hombre hablaba, era verdad que muchas personas darían lo que fuera por tener un hogar con personas que te quieren rodeándote, pero para mi, los que se hacen llamar mis padres no concuerdan con esa definición de progenitores, lo único que le importa son ellos mismos y únicamente se preocupan por mi en lo momentos en los que se pueden beneficiar de alguna forma.
- Tiene razón en que hay que apreciar a la familia, pero mi familia no se corresponde demasiado a la que habita en mi casa, mis padre solo han sido los que me han dado la vida, nunca me han ensañado nada –explique al hombre, mi familia se encontraba muy lejos, eran los sirvientes que ya habían sido despedidos o que no se podían haber trasladado a Venecia, él único “padre” que tenía era un anciano que vivía en un cuchitril-. Yo también doy las gracias de que no se hayan molestado, prefiero acompañarle a vos en sus penas que volver al infierno de mi vivienda.

Escuché al joven sin mirarle aún, pues mis ojos se negaban a apartarse de la jarra, la cual levanté y tras un largo trago que la dejó vacia de nuevo y a mi algo mas cerca de estar ebrio.
Con un gesto pedí que llenasen de nuevo la jarra y miré al joven.
- No soy quién para afirmar o negar lo que deciís pero creo llegar a acertar que si os enseñaron un gran valor para un hombre.- Dije con tranquila calma. Si el alcohol me hace estar mas relajado. Pensé mientras observaba como llenaban la jarra de nuevo.- Os enseñaron a ser independiente y eso creedme en lo que digo, es algo que muchos hombres carecen. La independencia que presigue a la libertad. Y la teneís chico, no lo dudeis.- No dudaba en lo que estaba diciendo, pues en cada momento en el que aceptaba encargos tanto en quienes pedian la muerte o lo que fuese que deseasen que cometiese como en las victimas, siempre habia algo que les faltaba, algo que les hacía igual de basuras unos y otros. Pues o bien se aferraban al dinero o se dejaban arrastrar para pedir el perdon de la vida. Estupidos. Pensé en el mismo tono de indignación que empleaba en aquel pensamiento cada vez que mi acero atravesaba su cuerpo arrebatandoles aquella vida a la que se aferraban con desesperación.

Tras terminar de hablar, cogi mi jarra aun con cerveza a rebosar y bebí de ella tranquilamente sin darle importancia a lo que me rodeaba, en ese segundo en el que la bebida tocaba mis labios y luego bajaba por la garganta, lo único que existía éramos ella y yo, sin duda la única cosa que nunca abandonaría en mi vida.
Cuando volví a dejar la jarra sobre la barra observe al camarero enfrente sirviéndole más cerveza a mi acompañante quien había comenzado a hablar en ese momento. Sus palabras por un lado eran ciertas, aunque por otro no me convencían del todo, si bien mis padres me habían enseñado a ser independiente, no les estaba agradecido.
- Si me enseñaron a ser independiente en esta vida que nos toca, no fueron ni por asomo sus intenciones –respondí seriamente, mis padres no habían tenido nunca la intención de enseñarme nada, casi todo lo había aprendido por mi pie, solo en la casa, sin nadie. La independencia solo era otro valor que sin quererlo había adoptado, para el disgusto de ellos- Créame si le digo, que ellos muchas veces se olvidaron de mi… pero ya no me importa, prefiero que el destino que me toca sea este a el que ahora ellos desea, y tiene usted razón en que es algo importante en esta vida, eso lo tengo en cuenta.

Continuaba bebiendo mientras el chico hablaba, comenzaba a sentir los ligeros efectos de las cervezas en mi cuerpo. Al parecer la vida tampoco trataba bien a otros mas jóvenes que yo. La vida es un infierno...
- ...nos va desgarrando lentamente mientras permanecemos sumiso esperando que las espinas dejen de clavarse en nuetro ya maltrecho cuerpo.- Mis pensamientos se tradujeron a palabras con sonido. Desvaríos de un borracho pensarian, pero solo era el modo de ver la vida de un alma errante, un hombre que huía de la misma vida buscando y esperando su muerte rápida.- La muerte es la unica mujer que permanece a nuestro lado desde nuestro nacimiento. Nos espera y a veces nos salva y proteje para cuando ella decida abrazarnos con sus frios brazos y acunarnos en su regazo de marmol.- Volví a beber, mirando a la nada, escuchando el silencio.

Entoncés volvi en mí, siendo cosciente de todo y ese todo universal se refierí a mi mismo y mi alrededor. Estaba borracho no lo suficiente como para no acordarme de nada al dia siguiente, pero si lo suficiente como para importarme el mañana y si estaba borracho o no.
- Joven aun no se vuestro nombre y creo que vos tampoco el mio.- Dije esperando que el fuese el primero en darlo.

Mientras seguía tomando la fría cerveza que aun reposaba dentro de la jarra, mi acompañante empezó a hablar. Levante mi ceja algo extrañado mientras la fría bebida se introducía en mi boca, para luego terminar en mi garganta, no tenía mucha idea sobre lo que hablaba, puesto que a mi parecer era un pensamiento que había comenzado a emitir quizás en la mitad ya que no me tenía mucho que ver con lo que anteriormente yo había dicho, sin embargo, al final pude captar el mensaje que transmitía con ellos. Posee la jarra, ya vacía, sobre la mesa, y le indique al camarero que me sirviera otra, luego volví a prestar toda mi atención, o la que tenía no perturbada por el alcohol en el hombre que me acompañaba y que parecía tenía bastantes problemas en su vida, al parecer no todas las personas vivían felizmente, eso solo era un tapadera.
- La muerte sin duda es sin duda mucho mas fácil y menos dolorosa que la vida –comenté casi en un susurro pero bastante audible, luego mire al hombre que estaba al lado, ciertamente estaba en lo correcto, no sabía su nombre, ni había pensado en ello- Pues me presentare, mi nombre es Ian Striano, ¿el suyo?

Asentí a las palabras del joven. Ciertamente la vida era dolorosa yo mismo y mi propio cuerpo eran conscientes de ellos. Si no te matan, matarás. Pensé en la vida de los bajos fondos venecianos, habia vivido bastante para mi edad. En las oscuras calles veinticinco años era toda una vida algunos no eran capaces de llegar a cumplir mas años, o bien porqué una enfermedad se los llevase o por la justicia, la Inquisición o cualquier otra criatura sedienta de sangre. Diez años viviendo en Venecia, había viajado a París, a Grecia y a otros lugares pero en esos diez largos años no había visto una escapatoria tan real y segura como lo era la fiel muerte, pero... ¿cómo podia pensar ahora en la muerte para librarme de mi vida? Estiré los musculos tensados de mi espalda y los noté, la razón por la que estaba allí hablando con aquel muchacho y comenzanado a embriagarme por el alcohol. Podría morir en aquel momento y me libraria de todo sufrimiento pero... ¿a caso no romepería una promesa que yo mismo me había hecho demasiados dias atrás? No sé si aún merece la pena esa promesa. Pensé.
Di un largo trago a mi bebida refrescandome e intentando dejar de pensar en el dolor constante de mi espalda herida.
- Caiconte, Drake Caiconte para servile joven Striano.- Dije tendiendo mi mano hacia él en modo de saludo.

El joven hombre sentado a mi lado asintió y se quedo un rato pensativo tras mis últimos palabras sobre la muerte, quizás se estuviera replanteando lo que la vida nos concede a unos y a otros, cosas que a veces nosotros despreciamos pero que forman parte de nuestra existencia, dificultándonosla, o al menos la mayor parte de esta. Sin duda, la mejor opción para terminar con los problemas que nos acechan en cada rincón era la muerte, pero a la vez me parecía la elección de los cobardes, de aquellos que se dan por vencidos en la vida, sin replantearse otras posibles soluciones para sus vidas… Mi acompañante siguió pensativo, centrado en sus propios problemas de la vida, mientras yo contemplaba como llenaban mi jarra con aquel liquido que me había nublado los sentidos un millón de veces, incluso que había conseguido que hiciera algunas cosas de las que no me enorgullecía, pero ya era tarde para lamentarse por ellas. Bebí el liquido frió mientras él seguía centrado en sus pensamientos internos, parecía tener un montón de inquietudes en su vida.
- Un gusto conocerle Caiconte –respondí cuando finalmente me dio a conocer su nombre, imitando su gesto y colocando la jarra de mi bebida nuevamente sobre la barra del lugar-.

- El gusto es mio, muchacho.- Respondí, correspondiendo con cortesía. Solté la mano del joven, volviendo a tomar aquella jarra que esperaba no fuese la última pues aquella noche quería acabar tan borracho que no fuera capaz de mover ni un solo musculo. La vacié de un único trago pidiendo la llenasen de nuevo.

Striado... Striado... No recordaba de que podía sonarme aquel apellido. ¿Dónde lo he oído antes? La cabeza me daba vueltas y no lograba poner orden a mis pensamientos. Cerré los ojos masajeando un poco mi sien.
- Christinne...- Dije en alto, un pensamiento amargo que salió de mi boca de la misma forma.- Maldita solis...- Volvi a susurrar, viendo que no me habían servido pedí algo más fuerte. Wisky. Si quizás esto me calmase un poco y me dejase al fín sin sentido. Pensé, mientras de un trago me bebía el líquido que abrasó mi garganta.- Si Maldita por ser Solis, maldita por ser mujer y maldita por creer mis mentiras tan facil.

Tras sus palabras volví de nuevo mi mirada hacia la jarra de cerveza que reposaba sobre la barra, pequeñas gotas caían correteando por ella hasta chocar con la superficie de la barra. Vi como el chico que me acompañaba se tomaba de un trago lo que le quedaba de cerveza, y yo que pensaba que tenía problemas con la bebida ya que casi siempre estaba tomando algo que contuviera alcohol, quizás por el simple echo de que fuera un buen método para olvidar problemas.
Cogi la jarra para tomar el líquido que minutos antes me había echado el chico que se encontraba sirviendo a las numerosas personas que llegaban a cada rato. Sin embargo no pude evitar mirarlo cuando menciono el nombre de una chica. Christinne. Quizás solo fuera una coincidencia que además había captado mi atención por el nivel de alcohol en sangre, decidí no darle importancia hasta que escuche sus siguientes palabras.
- Christinne –susurre pensativo, quizás debería prestar mas atención cuando me hablaba ya que así no me estaría preguntando si ella seria la misma que aquel joven mencionaba- ¿Podría conocer el apellido de la joven a la que maldice? –le pregunte, quería cerciorarme de que aquella chica que maldecía por ser Solís y llamarse Christinne no era la misma que acudía a mi mente.

Depositando el vaso con fuerza en la mesa mire al joven que preguntaba. La sensación de embriaguez era patente. Mantener el enfoque en aquel chico me resultaba dificil. ¿Su apellido? Mmm...Umm..., ¿cómo era?
- LeCroix... mm..no, Christinne... Chris... Señorita LeBlanc...- Comencé a decir en desvarios, olvidando donde estaba... Si, realmente había bebido demasiado y justamente eso había buscado, beber y beber hasta perder la racionalidad. ¿LeBlanc? ¿Christinne LeBlanc? Si... solo su nombre traía evocadores recuerdos de dias. Semans pasadas.

Con un golpe seco me levanté dejando unas cuantas monedas sobre la barra pagando mi bebida y muy posiblemente algunas copas de más que bien podría beberme, pero hay que decir que los taberneros son rapidos en cuanto coger sus ganancias. Olvidando por un momento al muchacho me estiré sintiendo las cicatrices aun frescas en la espalda. Girando la cabeza solo ladeandola lo miré con una expresión fría. Aun tenía reciente aquella noche y suponía que ni el alcohol podria hacerme olvidar por una noche. Con un suspiro conclui la respuesta que había pedido el chico.
- La dama a la que maldigo, muchacho, es la peor de las mujeres, de la que vos también deberíais cuidaros. Podría no solo robaros el corazón sino la vida.- Robar... no robaba, cierto...no ella, pero... de que otra forma que culpandola podría aplacar el dolor punzante. La fatiga y el cansancio por las noches de desvela pensando en su seguridad, en como estaría... - LeBlanc es su apellido. Maravillosa mujer que sin saberlo oculta la perdición de los perdidos.

Y tal como si nunca hubiera habido conversación ni respuesta me giré sobre mi mismo y avance hasta la puerta. Dios el mundo giraba alrededor de mis pies, no llegaría muy lejos aquella noche.
Dormiría en la interperie.