Despacho

Comienzo de nuevo rol ~ Con las Manos en la Hermana [Evan , Daph y Jace]

Era por la tarde, un día normal, estaba en el despacho, normalmente siempre daba las clases de protocolo allí con mi institutriz, pero ahora nos encontrabamos tomando un té descansando, y simplemente hablando, habia sido un poco dificil acostumbrarme a estas cosas pero poco a poco una anda tornandose de otra manera.
Tomé la delicada taza de porcelana con mi mano y di un sorbo al té el cual tenia un suave gusto dulzón aderezado con unos agradables tonos cítricos.
Mi hermano estaba atendiendo nosequé asuntos por ello me encontraba yo sola en casa con mis doncellas y cuidadoras. Hacía frio y llovia fuera se podía ver el nublado día a traves del bonito y grande ventanal que habia en la estancia. Aquel día era bonito pero quitaba todas las ganas de salir.

Dejé de nuevo la taza en su lugar, en ese momento estaba riendo felíz mente por un comentario que habia dicho aquella isntitutriz era joven , tendria unos 26 años, tenia un bonito pelo trigueño recogido en un moño alto y una sonrisa muy jovial, me habia enseñado todo sobre la etiqueta y las costumbres de la nobleza. Tenia una gran afinidad con ella era Francesa por lo que podía hablar en mi idioma natal y así mejorar mi pronunciacion pues estaba algo olvidada por el paso del tiempo. Me contaba cosas acerca de aquella patria antigua.
Hablabamos deprisa y por los codos las clases con ella siempre eran entretenidas, ahora sonreía y reia mucho más que antes, tenia signos en la cara que hacian ver que lo hacia oyuelos en las mejillas y unas arrugas leves al reir en los ojos.
Todo aquello necesario para mi educación, no se oía demasiado ajetreo por la casa simplemente cada uno hacía sus cosas, mientras nosotras seguiamos riendo y contando cosas, compartiendo historias.

Tomé un carruaje en el castillo junto a mi llevaba unas hojas que podrían ser la excusa perfecta para satisfacer mi deseo. "Wayland, siempre en mi camino" Pensaba mientras el carruaje se detenia a las puertas de la mansion blanca, si se llevaban a mi puta, mi gatita a otro lugar, no tenía más remedio que ir a buscarla y justamente para eso volvia a aquella mansión.

Una vez dentro pedí ver al joven señor de la casa, con la mejor de mis actuaciones subí hasta el despacho. Abrí la puerta.
- Oh, aceptad mis disculpas señora, señorita, esperaba encontrar el despacho vacio- Dije fingiendo total sorpresa y vergüenza por la intromisión. "Mi gatita, mi deseo, mi juguete" Pensé al verla allí sentada. La joven institutriz se levantó pidiendome con cortesia sumo respeto por ser quien era que no les importaria abandonar el lugar para dejarme en aquel lugar a esperar al joven señor, a lo que no pude negarme a responder.- Quizás pudieraís dejarme a solas con la joven pues... lo que me trae a la mansión es para beneficio de ella y gozo de su hermano.- La joven dudó, hice acopio de compostura, pues el deseo de poseer a aquella furcia era mayor, pero al fin salio dejandome a solas con la chiquilla. Escuché alejarse los pasos de la joven, mi diversíon daba comienzo.

Avancé hasta la silla que habia abandonado la muchacha no antes de haber cerrado bien la puerta, dejé allí los papeles que había traído conmigo. Miré en derredor al despacho. "Aqui se llevó acabo mi venganza, mi dulce venganza" Pensé girandome hacia mi gatita.
- Sabes... he extrañado tus quejidos cada día.- Susurré acercandome a ella.

Seguiamos debatiendo sobre una cosa en un fluido y rápido francés, en realidad decidiamos con que asignatura seguir despues de tomarnos aquel descanso tan ameno.
Noté como sonaba la puerta de la casa pero no le di mayor importancia seguramente vendrian a algo que no tendria nada que ver conmigo , poca gente solia venir a verme y la verdad esque me gustaba aquello, odiaba las cosas obstentosas y llenas de personas.

Noté que unos pasos subian hasta el despacho más bien dos, La criada presentó un nombre demasiado conocido y aborrecido por mi a partes iguales.
Entonces mi institutriz se levantó al igual que yo dejando mis manos delante de mí como mostraban mis normas de etiqueta actuales, la escuché decir que podriamos mudarnos a otro lado, pero yo sabia que no era eso lo que el quería.
Le conocía un poco como para saber que no habia venido solo a eso y que todo era una simple excusa.

Pidió quedarse a solas conmigo yo reprimí un suspiro y apreté mis manos una con la otra la joven dudó unos segundos. - Dejadnos a solas - murmuré ella me miró yo asení y dibujé una sonrisa, ella me creyó, y salió de la habitación dejandonos a solas.
El silencio rondó por alli durante unos instantes hasta que se acercó amí hablando en tono bajo. No dije nada simplemente agaché la cabeza hacia abajo, y mis manos ahora estaban sueltas dejandose caer por mis costados.

Mire a mi gatita, mía únicamente. No me había respondido como bien había deseado que hicera. Había esperado que aquella noche hubiera aprendido bien la lección. “Nunca desobedezcas al amo. Dale siempre lo que desea.” Cité para mí las únicas reglas que ponía a mis putas, malditas zorras, todas unas inútiles y la única que podía ofrecerme lo que ansiaba se había echo dueña de un apellido de prestigio.

Alcé mi mano en su dirección tomando su barbilla inclinandome aún más sobre ella hasta el punto de apreciar el tenue perfume que desprendía. Estaba cerca de su oído. Mi aliento chocaba contra su piel.
- Parece te has acomodado de manera muy productiva a ser parte de la nobleza.- Dije dejando su barbilla acariciando su cuello. Mi mente me ofrecía un sin fin de gozosas opciones para con ella.- Me pregunto que tipo de truco has usado con mi ahijado, para engatusarlo.- Dejé caer aquel comentario.- Dime Daphne, mi salvaje gatita, ¿cuánto le cobras al chico por gozar de tu cuerpo?

noté como se acercaba, y notaba su respiración cerca de mí, como alzaba su mano y me tomaba de la barbilla, pero esta vez a diferencia de otras veces en las que le habia apartado, no lo hice, noté u aliento sobre mí un escalofrio recorrió mi espalda, que no sabia si bien era por miedo, o por quien sabe qué.
- Solo, hago lo que me dicen amo - respondí alzando la mirada durante apenas unos segundos y volviendola a bajar.

Noté como acariciaba mi cuello, el cual estaba libre, pues el pelo estaba recogido, le escuché atentamente y me sorprendí pues no tenia la menos idea de que el que ahora era mi hermano,fuese su ahijado, pero no dije nada al respecto.
No habia usado ningun truco, simplemente se habia ofrecido a cuidarme, era la primera persona buena que habia concido en mucho tiempo.
le miré de nuevo y me mordí el labio inferior. - Yo... no, no he estado con el jamás, nunca me ha buscado de esa manera, - la mayor parte de las veces hablabamos, pagaba por hablar conmigo, por pasear por hacerme reir, era increible, no me cabia en la cabeza tal posibilidad.