Despacho de Evan

Me pasé toda la noche dando vueltas a lo que me habia dicho la noche anterior el principe recien llegado.

Al llegar la hora del desayuno me acerqué al despacho de Evan. Todavían faltaban unos minutos para que sería la hora de desayunar, esperaba que se habría entretenido con algo y que aún no habría bajado al comedor.

Prefería hablarlo con el en privado primero, antes de hablarlo con mis padres. Tambien quería descubir si el sabía algo de todo esto.

Quería poder pensar que no, y de hecho lo pensaba, pero una parte de mi me decía que siendo el consejero real era imposible que no sabría nada. Aunque tambien parecía imposible que yo no lo sabría y no lo sabía...

Antes de salir de mi habitación lavé mi cara con agua fría en un intento de que no se notasé la noche en vela y las lágrimas.

Eche un vistazo al espejo, tenía algo mejor aspecto pero aún así no tenía buena cara. Recogí el pelo con un suspiro resignado y salí hacía el despacho de Evan.

Al llegar toqué la puerta esperando respuesta.

Estaba terminando de firmar una patente de costruccion cuando me sorprendi al oir llamar a la puerta del despacho. Era aun demasiado temprano para que alguien tuviese que venir.
- Se encuentra abierta.- Dije sin despegar los ojos del documento. Alcé los ojos y la vi entrar me incorporé rapidamente y dediqué la habitual reverencia.- Alteza, ¿qué...- Callé al mirar a su rostro bordeé el escritorio y me acerqué a ella, olvidando por unos instantes el protocolo.- ¿Estaís bien?- Apoye la mano sobre su frente.- Teneis un pésimo aspecto.- La hice sentarse sobre uno de los sillones de la estancia y esperé.

Al oir que la puerta estaba abierta la abrí y entré al despacho. Ví como estaba concentrado en un documento por lo que esperé a que terminará.

Alzó la vista y nadá más verme se acercó a mí visiblemente preocupado. Al parecer seguía teniendo mala cara a pesar de todo.

Agradecí su gesto de olvidarse, al menos durante un momento, del protocolo. Me senté en el sillón dedicandole una pequeá sonrisa tranquilizadora.

-Tranquilo...-le dijre mirandole pensativa. Decidí ir directa al tema, al fin y al cabo si lo sabía no le sorprendería la noticia, y si no debería comunicarsela.

-¿Tú sabias que estoy prometida?-le pregunté finalmente tras unos momentos de silencio.

Me quede de piedra. Así que ya lo sabia, la miré y me arrodille a su lado y apoyé mi mano sobre las suyas superpuestas en su regazo.
- S...si lo sabia.- Respondi. No sabia como se habria tomado aquello, ni cual seria su reaccion hacia mí.- Lo recuerdo clara...- Miré su rostro y me acongojé.- ¿A..al...alteza?- No me gustó la expresion de su rostro.

Le miré perpleja al oir que lo sabía. De mis padres me lo podía esperar, pero no de él. Al fin y al cabo siempre había confiado más en él que en ellos...

Cerré los ojos respirando profundamante para tranquilizarme.

-¿Porque no me lo dijistes?-le pregunté alzando la mirada a la vez que habría los ojos para poder mirarle la cara. Miré seriamente su cara seriamente esperando una respuesta, una parte de mí aún esperaba que tendría una buena excusa para habermelo ocultado tanto tiempo

Baje la mirada al suelo. Comprendia que debia de estar pasando por su mente en aquel preciso instante. Volvi a alzarla con una expresion de entendimiento y sinceridad.
- Os debo esa respuesta.- Me puse en pie y cogiendo una silla me senté frente a ella. No sabia como comenzar pero debia hacerlo por dos motivos, el primero no me convenia por propia seguridad ganarme la desconfianza de la Princesa Carolina. Y el segundo con el paso de los años habia acabado cogiendole cierto cariño a aquella chiquilla rebelde y casi indomable.- Por peticion de vuestros padres tuve que guardar silencio, ademas de por esa peticion, me parecio tambien lo mas conveniente teniendo en cuenta vuestro caracter.- No le hablaba como consejero sino como el amigo que habia logrado ser para ella. Esperaba que lo entendiese.

Le miré pensativa con una pequeña sonrisa al ver su rostro. Esperé pacientemente a que comenzará a hablar, pues noté que le costaba comenzar.

Al oir sus palabras suspiré resignada.

-Me lo tenía que haber imaginado...-murmuré bajando la mirada a mis manos apoyadas sobre mi regazo. Le miré dandolé a entender que lo comprendia y que estaba perdonado. Al fin y al cabo mis padres estaban por encima mio, y aunque me afectará personalmente él debía de acatar ordenes.

-Aún así no me casaré...-dije alzando la mirada, intentando sonar desafiante. No confiaba demasiado en conseguir engañarle puesto que sabía que me conocía a la perfeción, pero era cierto de que no tenía intención de casarme de esa forma.

La miré agradecido, y aliviado.[/color]

- Os agradezco, mi pequeña que me perdoneis el haberos ocultado algo así.- Me disculpé y agradecí. A pesar de su falta de interes en las normas de protocolo en el resto de las cosas destacaba por encima de su hermano. Quien fuera capaz de negar o dudar de su capacidad para llevar al reino a la prosperidad sin duda era un loco y un insensato.

Volvio a hablar y mis ojos se abrieron. No podia estar hablando en serio. Era imposible que lo hiciera.
- ¿Estaís segura?- Pregunté, dudaba sobre esas palabras veraderamente, pero era tan rebelde, tan poco arraigada en la perfeccion de la nobleza, que ciertamente no sabia que pensar.- No se os habria prometido si no fuese de una virtud provechosa para el reino.

Le miré con una amrga sonrisa al notar su alivio.

Alzé la mirada un momento, justo el tiempo necesario para ver su expresión de sorpresa.
Asentí a sus palabras.

-Aún no se como pero se que no lo haré...-le dije alzando la vista unos instantes para poder observar mejor su rostro.

Al oir sus siguientes palabras noté como las lágrimas que llevaba toda la mañana conteniendo volvian a luchar por salir.

Incliné mi cabeza ladeandola ligeramente, para evitar que se daría cuenta.

-Es de una virtud provechosa para el reino, pero....¿y para mí?-murmuré de forma entrecortada, intentando tranquilizarme.

La escuché, y por mucho que pudiera pesarme aquello, esperaba que no lo lograse nunca, pues lo menos que ahora fuera conveniente, despues de haber oido que el pueblo aun se recuperaba de la guerra civil, era enemistarse con un reino vecino con el que compartiamos rutas comerciales.

No tardé mucho en advertir la razon de su palidez, el enrojecimiento de sus ojos y el principio de ojeras bajo sus ojos, no habia dormido y podria haber puesto mi mano sobre el fuego a que habria pasado la noche sumergida en sus propias lagrmas y el motivo de ello habia sido aquella noticia.

Me levanté de la silla y me sente a su lado en el sofa pasando uno de mis brazos por sus delicados hombros y atrayendola hacia mí.
- Ya pequeña, soltadlo, no os reprimaís.- Dije con voz fraternal, como lo haria un padre.- Os hara bien expulsar lo que os estais guardando..- Froté sus hombros al sentir como comenzaban a temblar. Sus palabras, eran exactamente las que cualquiera podria haberse hecho.- No sabria responderos a esa duda, pero si daros el consejo de no rechazarlo sin al menos haber ofrecido una posibilidad para conocer al joven que eligieron para vos asi como tambien que él pueda conoceros como se debe.

Dejé que me atrayerá hacía él apoyando suavemente mi cabeza sobre su hombro. Respiré profundamente, en un intento de tranquilizarme. Sabía que llorar no me serviría de ayuda, pero no podía evitarlo.

Escuché sus palabras notando como comenzaba a temblar, alzé la mirada unos intantes mirandole agradecida mientras luchaba por tranquilizarme.

Escuché sus suguientes palabras pensativa. En ese momento una nueva idea acudió a mi mente. De no casarme enemistaría los reinos, aunque no sabía hasta que punto.

Asentí levemente a sus palabras.

-Supongo que es lo mas apropiado...-dijé pensativa, luchando aún por tranquilizarme.-De no casarme... provocaría problemas, ¿verdad?...-pregunté sin alzar la vista, a pesar de que sabía que la respuesta era afirmativa.

Segui frotando sus hombros con mi mano mientras que acariciaba su delicado y cuidado cabello de oro con la otra con suavidad y lentamente. Recordaba muchas veces haber estado en aquella misma situacion. Pero ahora habia pasado mucho desde la ultima vez.

Escuché sus palabras entrecortadas por su intranquilidad. La estreché algo mas fuerte entre mis brazos. Suspiré.
- Si me permites alteza, si os dijera que es lo correcto, lo apropiado y vuestro deber.- Decidií por una vez olvidar parte del fromalismo.- Puedo apostar una de mis manos a que os hareís con la forma de rechazar el compromison sin consecuencias.

Sonreí.
La veia capaz, por supuesto que la veia capaz.
- ¿Me equivoco en mi suposicion?

Me recordé a mi misma que llorar no me ayudaba, y poco a poco noté como el llanto se fue conviertiendo en unos suaves sollozos.

Respiré profundamente, intentando tranquilizarme a la vez que me separaba de él suavemente quedando sentada a su lado. Sabía que al contrario que a mí, no le agradaba el contacto físico prolongado y que prefería mantener las formas.

-Gracias...-murmuré alzando la vista para poder mirarle. Recordaba haber estado muchas otras veces en la misma situación, el había sido siempre el que se había ocupado de consolarme y hasta de alguna rabieta de mi infancia. Pero todo eso había sucecido cuando yo apenas era una niña, hacía tiempo que no me había visto en la misma situación.

Asentí a su consejo.
-Lo haré...-respondí decidida. Por lo poco que había tratado con él no parecía mala persona, y quizás hasta llegara a conseguir una buena amistad con él, aunque estaba segura de que no llegaría a sentir nada más alla de la amistad.

En realidad, una de las cosas por las que más me afectaba el saberme prometida era el hecho de que no había logrado olvidarme de Pietro. Despues de la guerra había desaparecido sin dejar rastro, no había vuelto a Palacio, y ni siquiera sabía si no habría sido arrestado y ejecutado por Visari, como lamentablemente había sucedido con muchos otros. Pero aún así yo había seguido albergando esperanzas.

Al ver su sonrisa, una pequeña sonrisa apareció tambien en mi rostro, aunque esta tenía un tono triste. Negué con la cabeza.

-Me gustaría pensar que sí, pero en este momento yo no apostaría nada... No me veo capaz.-admití finalmente bajando la mirada.-Todo lo que se me ocurre tiene consecuencias negativas. La única salida que se me ha ocurrido, sin cosecuencias negativas para nadie más que a mí es aceptar el matrimonio y casarme...-le expliqué sin levantar la mirada.

No estaba dentro de mi forma de ser ver las cosas desde el punto negativo, pero es que esta vez no encontraba ningun aspecto positivo por el que tomar la situación.

Continué consolandola hasta que ella misma decidio separarse, entonces solamente nos miramos. Negué con la cabeza al ella agradecer.
- No agradezcais nada. Solo quiero ayudaros en todo lo posible.- Dije, aunque ocultaba mi verdadera forma de ser ante la sociedad, mis palabras siempre las escogia de forma que fueran sinceras.

Deje mi mano sobre las de ella y sonrei a su respuesta asintiendo aprobatoriamente a su decision.

Pero la sonrisa se borro al ver la suya y oir el tono de voz entristecido con el que hablo.
- Esa seria la forma facil para no cometer error alguno, asi como una gran noticia para muchos.- Dije poniendome en pie.- Pero no os rindais a la aceptacion sin haber comprobado los posibles futuros que se os abren.- Me giré y la miré.- Teneis mucho tiempo hasta que se decida finalmente la fecha de la ceremonia.

Bajé la mirada hasta mis manos, aún apoyadas sobre mi regazo. Respiré profundamente una vez más, acallando tambien los sollozos.

Alzé la vista y le miré con una pequeña sonrisa, triste pero una sonrisa al fin y al cabo.

-Por eso mismo gracias.-repusé a su negación.

Bajé la mirada a mis manos al notar la suya y la cogí suavemente pensativa, alzando la mirada a tiempo de ver su sonrisa aprobatoria.

Habia visto miles de veces esa sonrisa en mi rostro, al igual que habia visto miles de veces una marcada de reproche. Sabía perfectamente que no aprobaba mi falta de interes en todo lo relacionado con el protocolo.

Escuché sus suguientes palabras, observando como se ponía en pie.

-Ciertamente esa sería la manera más fácil y no ofendería a nadie...-le dije pensativa.-¿Pero desde cuando tomo yo el camino más fácil, y me importa lo que puedan pensar los demas nobles?-comenté pensativa, dando a entender que seguía sin ninguna intención de aceptar la noticia tal y como me había llegado.

-Le daré una oportunidad, pero tan sólo para conecerle mejor. No me rendiré. No de momento...-repusé cabezotamente.-No se como lo haré. Pero si se lo que quiero, y lucharé por ello hasta que no me quede otra salida que rendirme.-repusé decidida. No tenía claro que no llegaría a casarme, pero si que no lo haría sin pensar e intentar otra salida.

Bajé la mirada otra vez, pensativa. El despacho quedo en silencio unos segundos, lo que me permitió recordar el ajetreo que había fuera.

Recordé que era la hora del desayuno, y que ninguno de los dos habiamos aparecido en el comedor.

-Te estoy robando el tiempo del desayuno...-dije sin alzar la mirada.-Baja tú...-le propuse.-Yo no bajaré...-no me sentía con animos de tener que fingir delante de todos para que no se percataran de mi estado.-Aún te queda media hora...

Sabía que tendría que hablar con mis padres del asunto, pero no tenía la suficiente confianza con ellos para mostrarme tal y como me encontraba en ese momento. Sabía por experiencia, que tan solo me reprenderían por no saber guardar la compostura, y que me diriían que debía casarme, puesto que era mi deber. Y como tal que si no lo hacía perdería el trono.

Debido a esto, decidí dejar pasar unos días, para hablar con ellos. Al menos hasta que asimilará la noticia, y seá capaz de pensar y hablar sobre el asunto sin derrumbarme como lo había hehco minutos atrás.

Decidí que aprovecharía la media hora que me quedaba antes de la reunión para ir a mi habitación a asearme, e intentar descansar, aunque sabía que esto ultimo no lo lograría.
No tenía ganas de acudir a la reunión, pero era parte de mi trabajo, y no debía abandonarlo por mis problemas persobales.
Al menos, ya que estaría desganada, quería estar presentable. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que las personas más cercanas a mí se percataran de que algo me sucedía, pero intentaría retrasarlo lo más posible.

Escuché cada todas y cada una de sus palabrasa, algunas me las esperaba, otras sabia que las decia por la maldita rebeldia con la que habia sido engendrada y dada a luz.

Suspiré cansado, no habia nada mas que decir, la carta principal ya estaba sobre la mesa, y el resto, las opciones, barajadas y puestas en manos del tiempo.

Observé la hora en el rejol de pared, cierto solo me quedaba media hora.
- No os preocupeis, volvere a casa en el descanso del mediodia.- Dije, aun me quedaban demasiados documentos para revisar como para poder ir a desayunar, pues aunque lo hiciera no seria lo mismo.

La miré y entonces un pequeño recuerdo de algo que hacia tiempo andaba queriendo preguntarle aparecio. Era mejor discutirlo cuanto antes.
- Si no es molestia, a¿podría haceros una consulta?- Pregunté, ciertamente apenas nunca era yo quien la consultaba a ella pero en este caso debia ser asi.

Al tener su consentimiento me aclaré la garganta y me pronuncie.
- ¿Recordais a la joven con la que os vi acompañada el dia de la fiesta de mascara en Solis, aquella con la que bailabais?- Si la recordaba. No me andaria con rodeos y ella lo sabia.- ¿Qué significado tiene la marca en su mano?

Reparé en su suspiro cansado, comenzaba a sospechar que el tambien preferia que me casará.

Bajé la mirada pensativa, tenía la sensación de que esta vez tambien me quedaría sola en mi lucha, pero no me importaba, lucharía contra lo que hiciera falta por mis prinipios y por él...

Alcé la mirada al oir que volvería a casa en el descanso del mediodía. Negue con la cabeza.

-Debes comer...-le dije mirandole con esa mirada de reprimenda que tantas veces habia visto en la gente que me rodeaba. Adiviné que no querría ir a desayunar por la cantidad de trabajo que tenía acumulado.-Deberías olvidarte de vez en cuando del trabajo, no lo es todo.-le dije mirandole con una pequeña sonrisa.

Asentí con una ligera sonrisa al preguntarme si podía hacerme una consulta.

-Por su puesto...-pregunte mirandole expectante.

Esboze una ligera sonrisa al recordar a la joven de la que me hablaba. Asentí mirandole.

-Por supuesto que la recuerdo, Vita Mercier...-pero mi sonrisa se borro de mi rostro por un puro acto de reflejo al oir su pregunta.

Bajé la mirada a la vez que suspiraba resignada, era lógico que no lo sabría ya que por suerte o por desgracia no le había tocado vivir la mala época que paso el reino durante la dictadura.

-La marca de su mano significa que es Solis...-dije advirtiendo en él una mirada de reproche oculta en una de sorpresa.

-Esa marca es uno de las marcas que Visari ha dejado imposibles de borrar sin causar aún más daño...-dije bajando la mirada, aún me dolía pensar en el daño que Visari había causado gracias a mí. Era algo que nunca me perdodaría, lo sabía...-Es una forma que ideo Visari para dividir a Solis y Lunaes... Todos los Solis que vivieron la dictadura tienen en el dorso de su mano derecha un sol grabado a fuego...-terminé de explicar, notando como mi voz se convertía poco a poco en un apagado murmullo, luchando por contener las lágrimas nuevamente.

La mire de forma reprovatoria y hable de forma seria y tajante sin opcion alguna de parecer cambiar de idea.
- Princesa, ya debeis conocerme lo suficiente como para saber mi modus operandi.- Suavicé la expresion volviendola mucho mas afable.- No puedo olvidar mi trabajo, no seria un buen Consejero si no cumplo mi deber tal y como se espera.- Coloqué una mano sobre mi pecho.- Si os tranquiliza más, tomare un descanso largo y sin interrupcion para comer como es debido en cuanto termine con el trabajo.

Sonreí al ver que me daba permiso para realizar esa pequeña consulta. Se acordaba, no me extrañaba pues ni yo mismo había olvidado a esa excepcional joven, pero eso no venia al caso.
La escuché atento responder a mi pregunta.
Intenté parecer sorprendido al oir que la llamada joven Vita Mercier era una ciudadana Solis pero mas bien habia reproche en el brillo de mis ojos.

"Visari sabio y genuino hombre" Halagué en mis pensamientos a ese hombre que habia ideado una fantastia forma de separacion.
Me percaté de la postura inclinada en la que se hayaba la princesa y me acerqué a ella haciendola alzar la mirada hacia mí.
- No sigais atormentandoos, el pueblo os necesita ver fuerte.- Dije animandola, pues claramente comprendia en cierta medida lo que podria estar acongojandola interiormente.- Sabeis que siempre contais conmigo para desahogar las penas, siempre estoy a vuestro lado recordad que todo lo que os guardeis se puede volver una debilidad en los momentos que mas se necesite de su fortaleza.

Escuché sus palabras resignada, sin alzar la mirada. Su tono tajante me habia dejado claro que no tenía ninguna opción de hacerle cambiar de opinión, cuando se trataba de su trabajo era más cabezota que yo.

-Esta bien...dije resignada.Le conocía lo suficinete para saber que esta vez no le haría cambiar de opinión por muy cabezota que me pusiera, pocas veces utilizaba ese tono, pero cuando lo hacia era definitivo.-Tu deber no es es dejar de comer y de descansar.-murmuró cabezotamente.-Además la que te está robando ahora tu tiempo soy-digo a la vez que una pequeña sonrisa apareció en mi rostro al oir como suavizaba el tono y asentí a sus palabras.-Vale, pero este mediodía me encargaré personalmente de que descanses y comas como es debido.-le dije seriamente.

Notó como se acerca a mí y me hace alzar la mirada, le miró escuchandó pensativa sus palabras.

-Ese es el problema, que el pueblo necesita ver algo que no existe. ¿Como voy a parecer fuerte si no lo soy?-le digo reprimiendo las lágrimas.-Lo sé, y te lo agradezco...-digo escuchando sus ultimas palabras.-No es que me este guardando nada, es todo... Ultimamente nada me sale bien...-digo bajando la mirada otra vez.-Cada vez que parece que poco a poco todo vuelve a la normalidad y me empiezo a reponer de todo, algo nuevo sucede...

Sonrei ampliamente usabamos pocas palabras, nos conociamos lo suficiente para saber y comprender los gestos y actitudes del otro algo que pocos privilegiados tenian derecho a disfrutar de ese tipo de complicidad que entre nosotros durante todo esos años se habia forjado.
- No sera necesario pero agradezco vuestra preocupacion.

La mire comprensivamente pero al mismo tiempo con aquella expresion de seriedad que tanto caracterizaba al Consejero que era. La larga experiencia habia hecho que pudiese mostrar ambas facetas en una misma expresion.
- De la misma forma que todos los monarcas lo han estado haciendo durante su reinado.- Dije con tranquilidad.- La vida no es justa, mi pequeña princesa. Seguid actuando como hasta ahora es lo mejor que podeis hacer.- Tendi mi mano para ayudarla a levantarse del sofa y acompañarla a la puerta.- Ahora si me disculpais, quisiera terminar mi trabajo y asi cumplir mi palabra.

Obsservé como sonreía ampliamente, a pesar de que hacia años que le conocía no podía decir que le habría visto sonreir de esa forma imnumerables ocasiones. Le había visto pocas veces, y siempre en la intimidad. Respetaba el protocolo al pie de la letra, lo que le hacía parecer frio en publico. Pero yo le conocía lo suficiente, había vivido suficientes charlas, habia recibido suficientes consejos, había visto suficientes gestos de comprensión, había recibido suficientes pallabras o gestos de animo y consuelo que sabía que eso no era así. En realidad el siempre se había encargado de representar todo lo que me hubiera gustado ver en mi padre o en mi hermano.

-Es necesario y sabes que lo haré.-dije sonriendo ligeramente.-Además no tienes nada que agradecer, en cualquier caso soy yo la que tiene miles de cosas que agradecerte...-le dije alzando la mirada unos segundos.

Volví a ver en su rostro ese gesto de compresión, aunque mezclado con un gesto serio. Sabía que para él era importante mantenes las formas, y representar siempre al Consejero que era, aunque para mí a traves de los años se había convertido en algo más. Aún así yo respetaba el hecho de que él guardase las formas, al igual que él, muy a su pesar respetaba el que yo no lo hiciera. Eramos diferentes, pero aún así ambos nos comprendiamos, incluso sin necesidad de utilizar las palabras.

-Pero es que yo no soy igual que todos los demás monarcas, no osy ni la mitad de fuerte...-dije bajando la mirada otra vez, admirando su tranquilidad.-Yo no estoy segura de que sea lo mejor que puedo... Y si es así, no es suficiente...-dije bajando la voz. Me faltaban fuerzas hasta para hablar.

Acepté su mano y me levanté, aún con la mirada en el suelo. Asentí a sus palabras.

-Claro. Recuerda que al mediodía me ocuparé personalmente de que descanses...-le dije alzando la vista unos segundos.-Gracias.-le dije simplemnete. Sabía que mi simple mirada de agradecimiento le diría mas que mil palabras. Me conocía lo suficiente para ello.

Salí de la habitación a paso rápido, quería llegar a mi habitación cuanto antes y conseguir tranquilizarme en el misero cuarto de hora que me sobraba.