De camino a las habitaciones. (Chris)

Apreté con fuerza su mano. Apoyó su rostro en mi hombro y pude oler su fragancia, una que me inundaba por completo y que no me permitía oler ni saborear nada más. Tampoco quería.

-No sería capaz de ser feliz si no te volviese a ver.-su voz fue perdiendo volumen y acerqué mi cabeza para oírla mejor. Inspiré con fuerza, tenía la sensación de que me faltaba el aire. Puse mi mano libre en su cintura y me acerqué a ella, apoyando mi cabeza en la almohada, encima de la suya.-Te lo prometo.-murmuré. El mismo cansancio que parecía inundarla también me llegaba a mí, el esfuerzo de mantenerme despierto esas horas para estar con ella ya hacía mella. Me mantuve con los ojos abiertos, para poder disfrutar de su contacto lo máximo posible. Me daban ganas de no parar de moverme al saber que a la mañana siguiente despertaría con ella y que nos podían quedar más noches como esa.

Aquella noche era sin duda la mejor de mi vida, y sin duda aquello podía atribuirse a que le había conocido, ¿cuándo me había sentido tan cómoda con alguien?, la respuesta era simple y clara, nunca.Sentía su mano apretar la mía y su brazo deslizarse hasta mi cintura, acercándome un poco más a él. SOnreí cuando habló aún con los ojos cerrados.EL sueño ya me embargaba y el pensamiento de que aquello terminase ya no me aterraba, había prometido que volveríamos a vernos y eso me tranquilizaba, confiaba en él. Alcé levemente el rostro para rozar mis labios contra los suyos una última vez.
-Gracias...-susurré y abrazándole caí dormida.

Bajé la cabeza al ver que quería volver a besarme y correspondí a su beso. Me abrazó y pocos minutos después su respiración se volvió más pesada y relajada. Se había dormido. Contemplé su silueta con la poca luz que había. Era como si hubiese bajado un ángel del cielo solo para dormir conmigo. Besé su pelo espeso y entré mi rostro en él.

-Me encantas.-le confesé a mi estrella dormida. Con un suspiro eché la cabeza hacia atrás y me dormí junto a ella, esperando la mañana.

EL sueño terminó por vencerme callendo dormida entre sus brazos, ¿qué más podía pedir?, sentía su calor y la seguridad que me embargaba el saber que le tenía cerca.Aquella noche dormí de una forma placida y tranquila, soñando una y otra vez con él, no me preocupaba nada más, no necesitaba alguna cosa más, tan solo su presencia.
El sol ya atravesaba los cristales de la ventana, enfocando mis ojos de una forma molesta, lo cual me hizo apretarlos para después abrirlos lentamente y parpadear un par de veces para aclarar mi visión, alcé levemente mi cabeza,apoyando después las manos sobre el colchón para incorporarme un poco y colocar mi pelo observando mi alrededor, fue grata y feliz la visión de ver que aquello no había sido un sueño y me encontraba en su cuarto, dirigí al saber aquello con rapidez mi mirada hacia la almohada, encontrándome allí su rostro aún dormido, sonreí, se veía hermoso y perfecto, incluso más hermos de lo que un ángel habría sido...mi mano acarició su mejilla...¿me estaba enamorando de él?,quizás sí...aquel pensamiento me rondaba mientras le miraba ensimismada y mi mano se deslizaba hasta su cabello y lo acariciaba,se veía tan hermoso dormido ...pero no me sentí débil ni frágil por ello, no pensé en que fuese a dañarme...tan solo en la felicidad que me daba...me incliné y besé su mejilla cerca de los labios, arrastrando depués los mios hasta los suyos depositando un leve beso,me abracé de nuevo a él, apoyando mi cabeza en su pecho, escuchando tranquilizadoramente el latido tranquilo de su corazón.

Un suave rocé me despertó de mi profundo sueño. Algo cálido con un olor que me tranquilizaba se movía entre mi pelo. Recuerdos se agolparon de repente en mi mente y necesité tiempo para ordenarlos con tranquilidad. Aún no creía del todo que una persona tan dulce e inocente hubiese aparecido de manera tan brusca en mi vida, pudiendo desaparecer en cualquier momento pero cambiando todo mi ser al completo. Antes de que me diese cuenta de que estaba haciendo posó un beso en mi mejilla y seguidamente otro en mis labios, haciendo casi irrefrenable el impulso de besarla yo también. Pero no. Un miedo paranoico se apoderaba de mí por momentos y quería saber si Christinne también sentía algo. Con cuidado se abrazó a mí de nuevo y su cabeza se apoyó en mi pecho. Debía de estar escuchando el rápido sonido de mi corazón. Abrí los ojos con lentitud y la miré de reojo. Sonreí por su visión, era una luz luminosa, iluminaba la noche y rivalizaba con la luz del sol. Bella siempre.

-Bonjour.-susurré con un francés perfeccionado por mis largas estancias en el país. Pasé mis manos por debajo de sus brazos y la abracé por la cintura con fuerza.

Mis ojos se encontraban cerrados, no necesitaba ver nada, tan solo escucharlo y sentirlo.Aquel constante latido en el interior de su pecho era una melodía que no deseaba dejar de escuchar, como el tick-tack constante de un reloj, así latia su corazón, pareció acelerarse y por ello supe que se había despertado abandonando sus sueño, los cuales esperaba que hubiesen sido felices, sonreí con levedaz, sin abrir mis ojos, en un principio pensando en darle los buenos días pero después esperando a que fuese él el primero en romper aquel silencio...temía haber sido yo quien le hubiese despertado, lo cual me hacía sentir pena por haber interrumpido su paz y haberle sacado de aquel estado en el que se veía tan hermoso.Sentí sus brazos alrededor de mi cintura, firmemente, lo cua me devolvió a aquella seguridad que me transmitía, ¿cuándo había sido tan feliz?, él me recordaba aquella sensación que tan solo en mi infancia había sentido plenamente, aquella felicidad...arrebatada hacía dos años ya...él podría decirse que era mi pequeño pedazo de Paris en Venecia...mi escape de la realidad...Escuché su voz pronunciando palabras que entendí al instante, en mi lengua materna. Sonreí.
-Bonjour mon amour.-dije con fluidez, si algo me gustaba era hablar en francés.Entonces coloqué mis manos sobre la cama, a ambos lados de sus costados y me incorporé levemente para mirarle con una sonrisa dulce.-¿Te he despertado?-pregunté ladeando levemente la cabeza, mi pelo calló hacia el lado inclinado resbalando por mi hombro.

Su voz expresándose como de verdad tenía que hacerlo me hizo pensar que tendría que haber nacido en Francia y haberla conocido allí, en su lugar. Su voz me pareció más dulce aún, llegaba al alma. Era la primera vez que llevando despierto unos momentos, mi corazón intentaba salir disparado de mi pecho. Mi cabeza aún no había reaccionado, aún no entendía porque cuando miraba esas pupilas rodeadas de luz el sonido vital que latía en mi interior se detenía unos segundos. Mi cabeza no lo entendía, pero mi corazón lo había asimilado ya. Se levantó y quedó por encima de mí, cayendo mis manos inertes en mi torso. Mi ropa estaba arrugada, y mirándola a ella, la suya también.

El sol matinal que se colaba por las ventanas capturó reflejos en su pelo cuando ladeó la cabeza y cayó su cabello hacia un lado con un movimiento grácil. Me llevé las manos al rostro y me froté la cara con rapidez para despejarme del todo. Había sido una noche sin sueños y algo de tensión. Había despertado varias veces creyendo que ella ya no estaría allí junto a mí. Pero de todos modos había descansado y había conseguido velar su sueño. Nadie tenía porque entrar en la habitación y llevársela, ni ella iba a irse a altas horas de la noche. Pero ella si parecía feliz, después de dejar atrás a Morfeo y su dulce capa. Me alegraba por ello como no me alegraba por nada en tiempo.

-Sí, me has despertado. Un ángel me despierta.-alcé la cabeza y entré levemente mi rostro en su pelo, sonriendo por su frescor.-Hoy será un día feliz.

La sonrisa curvaba mis labios, no tenía en cuenta mi posible indecencia física en aquel momento,pero era lógico, acababa de despertarme después de todo.En un instante sentí vergüenza al darme cuenta de esto y al otro ya ni siquiera me importaba, algún día alguien tendría que verme así y me alegraba que fuese él.Perdí mi mirada en la suya mientras me miraba, era él de alguna forma tan perfecto...Me sentía descansada, como si en una sola noche hubiese dormido de una forma tan apacible y durante tanto tiempo que mi cuerpo estuviese completamente descansado, realmente me hubiese gustado detener el tiempo y dormir abrazada a él cada noche...y despertarme junto a él cada día...¿era aquello en lo que consistiría la vida junto a un hombre?, de ser así habría deseado mil veces e incluso un millón que todo aquello que sentía no se detuviese nunca y fuese recíproco,quería que aquello fuese más que un sueño...quería que fuese más que una noche...quería un día, un mes...una eternidad...quizás era aquel el sentimiento caprichoso de una muchacha que aún era una cría pero...¿y qué si era el sentimiento más grande que sentía?, me hacía sentir bien, como nunca antes...¿qué habría pensado mi madre de haberlo sabido?, quizás tan solo me habría dicho que fuese feliz...¿qué pensarían mi padre y Leonora,mi madrastra?, posiblemente se habrían opuesto a todo...porque no era correcto ni decente pasar la noche con un muchacho, menos si apenas le había conocido, aunque para mi era suficiente lo que sabía de él, y aún no habiendo pasado nada entre nosotros realmente cualquiero podría pensar de mal modo, solo nosotros sabíamos lo real...tampoco habría aprobado que el muchacho fuese Lunae, los odiaba y más siendo sirviente de la princesa...Alzó el rostro un poco y ladeando la cabeza un poco con una sonrisa inocente froté mi nariz contra la suya.
-Lo siento.-le dije acaricindo su rostro.-No me pareció de buen gusto irme antes sin que hubieras despertado y...además no sé por donde volver, anoche no me fije ni por donde caminabamos.-dije entre risas, que oculté llevándome el dorso de la mano junto a los labios con timidez.-Además,me gustaba demasiado verte dormido...-confesé aún mirándole en la misma posición,mientras me mordía el labio inferior.

Me quedé quieto mientras frotaba su nariz contra la mía. Era un movimiento tan inocente, tan desconocido para mí, me aportaba felicidad y me completaba de una manera difícil de explicar. Me acarició la cara y yo dejándome llevar le acaricié la suya.

-Suerte de mí que te despistaste lo suficiente, no sé que habría hecho si no estuvieses aquí ahora mismo.-dije mientras cogía su mano para poder ver como reía. Una sonrisa perfecta y blanquecina, luminosa que rivalizaba con los propios rayos de sol de la mañana.-¿Te gusta verme dormido?-inquirí, esta vez el que reía era yo. Nadie me había dicho nunca esas cosas. No es que se hablase mucho después de una noche con una mujer que solo hubiese sido de diversión. Pero me recordé que esa no había sido una noche de diversión. Había sido solo dormir, pero dormir junto a ella, un premio que dejaba las demás noches en un mero recuerdo totalmente olvidado. Me concentré de nuevo en ella, se me iba todo de la cabeza.-Quizás deberías venir más a menudo...-me apoyé sobre los codos, alzando mi cuerpo hasta que mi rostro tocaba el suyo. Con el pulgar le entreabrí los rojos labios y los junté con los míos. Fue una leve caricia que fue creciendo de intensidad en unos segundos, pero sabía que era demasiado tarde para andarse con esas cosas. A esas horas era cuando la Gran Jefa (nombre que le dábamos los sirvientes a esa mujer mandona y contestona que nos levantaba por la mañana a horas indecentes) solía abrir mi habitación sin preguntar.

Con resignación le di un beso en la oreja y le acaricié la espalda levemente. Rodé por debajo de su cuerpo hasta llegar al borde de la cama y me senté.

-Dentro de poco va a venir una bruja que me temo, te puede conocer con más rapidez de la que yo fui capaz.-dije mientras intentaba adecentarme un poco. Me levanté con esfuerzo de la cama, no quería alejarme más de unos milímetros de ella. Moví un poco las piernas para espabilarme y me encaminé hacia la puerta. La entreabrí y saqué la cabeza para ver si veía a la Gran Jefa. Algunos sirvientes ya estaban despiertos y rondaban por allí. Alguien me llamó y giré la cabeza, malhumorado. Una de mis chicas nocturnas. Ni siquiera me importaba ya su nombre. Me saludó con la mano y un guiño. Yo no estaba para esas cosas. Le dediqué un seco “Buenos días” y volví a observar el pasillo hasta que apareció la mandona de cada mañana.
-Ya estoy despierto, ¿ves? Déjame un rato más, anda. Ya bajaré después a trabajar.-le pedí con mi mejor sonrisa. Me temí lo peor, pero me sonrió como nunca antes y continuó andando. No me lo podía creer. Cerré la puerta con una gran sonrisa y me encaminé hasta la ventana, revolviéndome el pelo.

-Tenemos más o menos una hora hasta que esto esté despejado y podamos salir...- abrí los ventanales para que entrara un poco más de aire y me encaminé de nuevo hacia la cama. Tenía una hora entera para seguir disfrutando de la más bella mujer que había conocido en mi vida y, quisiese o no, seguir enamorándome de ella.

Su mano acarició mi rostro e instinivamente cerré los ojos concentrándome en sentir aquello que tanta paz y bienestar despertaba en mi...su piel contra la mía...¿cuándo me había dejado hechizar por él?
-No habría sido capaz de irme aún habiendo sabido el camino de regreso.-le dije con una leve sonrisa, entonces habló mientras reía y aquello provocó que mi mente se nublase y mi sonrisa se volviese más amplia.-Sí, me gusta mucho...quizás sea mi nueva cosa favorita.-dije sin ninguna clase de timidez, era después de todo la mayor verdad que se mostraba ante mi al comienzo de aquel nuevo día.-Quizás si debería...-dije, la idea me agradaba al completo, poder verle en aquel estado tan inocente...tan dulce...se alzó con levedaz sobre sus codos y apartó mi mano de mis labios, colocando su pulgar contra estos, estreabriéndolo para cercar su rostro al mio y rozar sus labios contra los míos, cerré los ojos, sintiendo aquel leve roce que comenzó a intensificarse, rodeando entonces su cuello con los brazos y dejándome caer hacia alante para apretar mis labios y mi boca contra los de él.Deslizó sus labios hasta mi oreja mientras acariciaba mi espalda, y cuando me besó sentí cosquillas y traté de no reir.Entonces se incorporó y yo me tumbé sobre la cama, siguiéndole con la mirada mientras se arreglaba y dirigía a la puerta, entonces cuando habló no pude evitar responderle con entusiasmo como si se tratase de una niña pequeña que escuchaba ua historia.-¡No temo a ninguna bruja!-dije riéndome y observé como se asomaba a la entrada, decidiendo que mantenerme en silencio unos intantes era lo mejor,hablando con alguien.Esperé a que volviese a entrar y cuando se colocó frente a la cama me incorporé y levanté también, rodeando su torso con los brazos para decir.-No tengo miedo a brujas porque tengo un principe.-dije con una voz suave mientras le daba un leve abrazo y después soltándole me encaminaba a la ventana y miraba através de ella.

Apoyé mis labios contra su pelo cuando me abrazó y dejé que fuese a la ventana. Me arrodillé a los pies de la cama y empecé a colocar las sábanas en su lugar. Esa bruja es muy bruja, pensé con una leve risa. Me levanté y me dirigí a la almohada. La cogí y enterré mi nariz en ella. Olí con fuerza. Olía tanto a Christinne... Sonreí y aparté la cara. La dejé en su lugar y con los dedos aparté unos pelos de ella, mirándolos con fascinación.

-Todo príncipe necesita una princesa.-dije mientras me dirigía a la silla donde la noche anterior había dejado mi capa. Recogí todo lo que vi que estaba desordenado. No me gustaba mucho limpiar mi cuarto, ni me había gustado, pero por la noche no había podido dejarlo decente. Y pensar que eso nunca me había importado. Dirigí una mirada furtiva a su silueta recortada contra la luz del sol que se filtraba por la ventana. Vi que todo estaba casi del todo perfecto y me acerqué a ella con sigilio.

-Aunque creo que tú de princesa tienes poco.-le di un beso en el hombro y comencé a pasear por la habitación.-Eres mi reina. Si me lo permites-acabé con una sonrisa.

Todo tenía una vista perfecta desde aquella ventana, desde la que el cielo se veía más azul que nunca y el sol más brillante.Me gustaba poder contemplar todo aquello, pero más me gustaba saber que él estaba allí. Durante unos instantes me mantuve ausente rememorando todo lo ocurrido hasta aquel exacto minuto, una sonrisa curvó de inmediato mis labios.
-Todo principe necesita una princesa, ¿esa seré yo?-dije con una leve risa aún observando todo cuanto pasaba más allá del cristal, era como si fuese un mundo distinto, dentro tan solo existíamos él y yo, y eso me gustaba, fuera, en aquel laberinto de personas quizás no volviese a encontrarle.Oí sus pasos acercarse y cuando besó mi hombro deslicé mi mirada desde la ventana hasta él escuchando sus palabras, sonriendo.-¿Reina?, quizás el cargo me quede demasiado grande, pero por ti soy lo que sea.-dije.

Mientras daba pequeños pasos por la habitación, recordé que ella no había dejado de mirar por la ventana segundos antes. Me pregunté que observaría. Debía de mirar los extensos jardines, o quizás desviando la vista Venecia y su ajetreada mañana. Más abajo, unos pisos menos, el ruido en palacio debía de ser ensordecedor. Odiaba esos momentos, solían enfurecer mis eternas resacas o provocarme dolores de cabeza. Demasiado ajetreo a esas horas. Detuve mis pasos entre la pared y la cama y le devolví la mirada. Me contagió esa hermosa sonrisa que tenía, esa sonrisa que parecía esconder toda la belleza universal y que a afortunados como yo nos dejaba verla en todo su esplendor.

-Cualquier reina empequeñece considerablemente a tu lado.-dije con una voz totalmente sincera, ya que lo creía de verdad. Con un quejido ahogado apoyé el cuerpo contra la pared. Había sido una noche perfecta, pero a mi cuerpo no se lo parecía así. Arqueé la espalda lo máximo que pude y bostecé. Pasé una mano por mi pelo, revolviéndolo un poco al sentirlo compacto contra mi cuero cabelludo. Alborotado estaba mejor.-¿Te gustan las vistas de palacio?-inquirí señalado con la cabeza la ventana.-¿Qué mirabas?-pregunté mirándola a los ojos con curiosidad.

Nunzio caminaba por la habitación de un lado a otro, hasta finalmente colocarse entre su cama y la pared, tenía un gesto cansado, aunque no era de extrañar, quizás había dificultado su sueño. Me giré unos instantes para mirarle un poco más seria pero sin dejar de sonreir completamente. Caminé un par de pasos a un lado, colocándome a un lado de la ventana, para apoyarme como el en la pared junto a esta.
-Una reina tiene demasiadas responsabilidades.-dije sonriente.Luego ladeé la cabeza un poco para seguir contemplando las vistas, se veían infinidad de cosas, mucha gente ajetreada en los jardines...quizás no fuese bueno que si alzaban la vista me viesen allí, así que me oculté en aquel lado.-Sí, las vistas de palacio son extraordinarias.-dije respondiendo a sus palabras.-En realidad tan solo miraba el cielo.-dije riendo levemente.-¿Estas bien?-pregunté al fin.

Sonreí cuando imitó mi forma de descanso y como pareció esconderse de la vista de las supuestas ajetreadas personas madrugadoras que podían ver a Christinne. Me miró con quizás un poco más de seriedad y alcé las cejas, extrañado. Volvió a distraerse mirando a la lejanía por el cristal abierto y me permitió mirar su grácil figura en movimiento. Tantas palabras se acumulaban en mi cabeza, llenándola por completo, no permitiéndole respirar, pensar con claridad. Pensar en otra cosa que no fuese ella y su llameante sonrisa. Me acerqué a la ventana rodeando la cama y miré hacia afuera, por donde momentos antes ella se había fijado, o no, en algo.

-Otra cosa por la que sigo en Venecia. Las vistas. Desde cualquier punto de la ciudad son maravillosas.-apoyé mis manos en la barandilla y asomé la cabeza. Me giré, di un pequeño salto y me senté en la ventana, dándole la espalda a Venecia y al mundo entero. Ladeé la cabeza para poder mirarla.-¿Qué pregunta es esa? Estás aquí, casi caída del cielo, en mi habitación... Y aún no te has ido. Claro que estoy bien.-le dediqué otra sonrisa y paseé una mirada distraída por la habitación.

Me hundí en mis pensamientos un instante, si, las vistas venecianas eran hermosas, pero cuanto habría deseado ver con él el amanecer, atardecer y la noche parisina, la Torre Iffel, y Paris al completo...Venecia era hermosa, pero cuanto tiempo más añoraría Paris y cuanto más sabría que jamás podría volver. Observé levemente por la ventana el trabajo de tantas personas bajo aquel cielo despejado, ¿aquella era la vida del muchacho que comenzaba a robarme la razón y que ya había secuestrado mi corazón sin posible rescate?
Observé como volvía a acercarse a mi, y después a la ventana dando un leve salto que lo colocó sentado sobre esta, de espaldas al cielo y a todo.
-Sí, las vistas venecianas son expléndidas pero cuando amas otras vistas es difícil poder sustituirlas...-le dije mirándole.Ladeó la cabeza y me miró, entonces le sonreí.Sonrió y luego miró distraido la habitación,ante sus palabras di un par de pasos colocándome frente a él y tomando su rostro entre mis manos.-¿Caida del cielo?, más bien encontrada en un puente....Y ojala nunca tuviese que irme...gracias a ti estaré bien durante días, y aunque no nos encontremos en algunos días el recuerdo de esto me sirve...porque cuando nos reencontremos sré más feliz de lo qe soy ahora por el mero hecho de que te extrañaré como te extraño ahora al pensar que vas a alejarte...-le dije mirándole a los ojos y después acercándome para besarle con suavidad, cuanta importancia podía tener una persona cuando te dabas cuenta de lo mucho que te enamorabas de ella a cada instante

Lancé una pequeña risa y eché el cuerpo para atrás hasta que noté que la fuerza de la gravedad era demasiado fuerte. Volví a sentarme correctamente para evitar un accidente. Y tú no tienes rival en vistas. Ni Venecia, ni Florencia ni tu querida París se acercan un mínimo a tu belleza,pensé mientras observaba mis manos sin atreverme a mirarla por precaución. Cada vez estaba más convencido de que a la siguiente mirada su rostro me hechizaría por completo, y necesitaba una parte del cerebro. Por lo menos la parte necesaria para rendirle esa admiración y fascinación que le procesaba. Le sonreí con picardía cuando cogió mi rostro entre sus manos y la observé expectante, a la escucha de lo que me decía.

-Si mi mero recuerdo te hace feliz deberíamos vernos durante más de una noche...-dije mientras se acercaba a mi rostro. No cerré los ojos ni le devolví el beso, me gustó mirar su cara al besarme. Separé mi cara unos centímetros y le acaricié las mejillas con ambas manos, pasando después a su cabello, retocándolo con nuevas caricias.-La que vas a alejarte de aquí serás tú...-repliqué con una media sonrisa triste ante la posibilidad de no verla en a saber cuánto tiempo. Entrelacé mis dedos con su pelo y agaché la cabeza para darle un beso en la comisura del labio, lento, alargando el dulce momento. Notaba el sol algo más alto que antes en mi espalda, aumentando la calidez del momento.-Ojalá todo esto fuese un sueño y tú aún estuvieses dormida entre mis brazos, para repetir este beso una y otra vez...-bajé de la barandilla, deslizándome hasta mis pies tocar el suelo. Mis manos recorrieron su cuello, su espalda, hasta llegar a la cintura formando así un abrazo. Junté nuestros labios de nuevo con renovado entusiasmo. Entreabrí su boca, intentando respirar a través de ella. Moví los labios al compás de una extraña música imaginaria que se estaba formando en mi cabeza.-Ojalá nunca te fueras.-murmuré en esa puerta al paraíso que tanta emoción despertaba en mí. Expresé lo que de verdad quería, aunque fuese un deseo imposible.

Le besé durante un instante con suavidad en los labios hasta que separó su rostro del mío y acarició mis mejillas con suavidad, entonces le miré con una sonrisa hechizada por él.
-No sabes cuanto me gustaría eso.-le dije con algo de timidez.-No me iré por gusto propio, pero es hora de volver a la realidad...aunque no me guste...-le dije bajando la mirada. Acarició mi pelo y se inclinó para besar la comisura de mis labios, lo cual hizo que cerrase los ojos para simplemente sentir aquello y nada más.-Esto es un sueño Nunzio...uno hecho realidad, pero por desgracia todo sueño tiene su final y quizás este sea el final del nuestro por hoy...o quizás solo una parte de él...-le expliqué con una leve sonrisa.Bajó de la ventana, recorriendo con las manos mi cuello y mi espalda hasta llegar a la cintura y abrazrame, entonces mis brazos rodearon su cuello mientras sus labios buscaban los míos y estos acudían en su encuentro, sintiendo aquella calidez que me profesaba, murmuró algo contra mi boca y tras darle un último beso breve me separé un poco de él.-Ojala, pero creo que ye debo hacerlo...-dije soltándole.

Si, desde luego que era un sueño. El mejor sueño de mi vida. Pero, como había dicho, no tenía porque ser el final del sueño de hoy. Podría haber muchos más finales, cada vez más variados, emocionantes, románticos, salvajes... Habría tantos finales, tantos sueños. Y yo lucharía por cada uno de ellos si solo un minuto de este me aportaba esa sensación de plenitud.

-Tienes razón, y este es el momento justo.-el ruido de más abajo parecía haberse callado, sustituido por uno más fuerte a las a fueras. Debían de estar casi todos fuera, cogiendo algún carruaje, o haciendo las actividades matinales exteriores. La verdad es que era un buen día soleado. Lo que significaba que seguramente yo también tendría cosas que hacer.Perfecto, pensé con ironía. Aunque con su recuerdo sería un día corto...-alegré la voz de mi cabeza y me separé de ella con una mueca nada disimulada, mientras me dirigía a la puerta y señalaba con el dedo sus zapatos, olvidados en el suelo de la habitación desde la noche.

-Cálzate y saldremos ahora que no parece haber nadie por aquí.-abrí la puerta y me apoyé contra el marco de esta. Sacando la cabeza cada dos por tres, vigilando cualquier movimiento. No tenían porque reconocerla, pero siempre cabía la posibilidad del sí.

Y así acabó la primera parte del sueño que jamás pensé que llegaría a soñar y mucho menos a hacer realidad, Nunzio era tan especial, tan distinto de aquellos a los que habían hecho llamar caballeros ante mi tan solo por poseer demasiadas cosas que ofrecerme y sin embargo ninguna que realmente me hiciese feliz, al menos no tanto como el muchacho que se encontraba frente a mi en aquella habitación. Le observé mirar a ambos lados cuando abrió la puerta y me dirigí con rapidez al lugar donde se encontraban mis zapatos, para colocarlos en mis pies y aproximarme a él.
-Lista.-le dije con una sonrisita divertida.

(:::puede que haya controlado a tu pj un poco, perdón xD pero es que así posteas tú y ya cerramos, ¿no? mucho mejor así:::)


Alguien subía las escaleras. Esperé, con el corazón en un puño. Pero la persona giró hacia otro lado. Solté la respiración que había contenido y miré hacia el interior de la habitación.
-Entonces vámonos.-dije mientras le devolvía la sonrisa. Me aparté de la puerta para que pasase y con una mano en su espalda la conduje al pasillo. Cerré la puerta y empecé a andar, con ella al lado.

-Mira, no creo que tengan tiempo para reconocerte, pero...-paré un momento en la cima de las escaleras. Se oían demasiadas voces y de vez en cuando pasaban sirvientes somnolientos. Le cogí el pelo y se lo puse a ambos lados del rostro, cubriendo sus hombros.-Si viene alguien, bajas la cabeza y miras al suelo. Eso servirá.-la cogí de la mano y seguí andando. No por las escaleras, sería demasiado peligroso. La llevé hasta la otra ala de palacio, en silencio para escuchar pasos que no fuesen los nuestros. Efectivamente, por las escaleras de servició volvía a subir alguien.

-No le mires.-murmuré con emoción contenida. Si la veían sería fatal para los dos, pero eso no le quitaba diversión al asunto. Saludé al joven muchacho cuando llegó hasta nosotros, pero con una mirada desagradable que no admitía conversación. El chico masculló un “buenos días” y se fue. Hay que ver , no era necesario hacer eso. Al fin y al cabo... ¿Acaso Christinne era peligrosa? Intenté imaginármela, a esa inocente chica de ojos claros, con armas escondidas entre el vestido y planes de asesinato contra la realeza en su cabeza. No pude más que reírme mientras la conducía hacia abajo. Si no fuese porque los Lunae de Sanguinetti eran unos paranoicos, sería gracioso verlo.
Llegamos al almacén y a las cocinas.

-Aquí no hace falta esconderse, no dirán nada...-repuse soltándola de la mano y entrando en la cocina. Milagro, solo había dos mujeres. Estaban cocinando, seguramente el desayuno de sus altezas reales. Un olor abrió mi apetito.-¿Quieres comer algo? Porque yo me muero de hambre.-di un rodeo a la gran mesa rectangular que se hallaba en el centro, me dirigí hacia una irresistible bandeja plateada y cogí dos panecillos que tenían más pinta de ser una especie de dulce que pan. Volví a dar la vuelta, sin olvidarme de darle un beso en la mejilla a la mejor cocinera del lugar. La colleja que recibí después me la esperaba, aunque no se si fue por coger comida o por el beso. Le puse el bollo en la mano a Christinne y salimos por la puerta que daba a la cochera. Me llevé el bollo a la boca y reprimí una maldición por lo caliente que estaba.

-Ahora tendrás que coger un carruaje, aunque a estas horas... Espero que la pequeña visita a palacio te haya gustado, siempre podemos repetir...-mascullé por el dolor, aunque esperanzado. Tosí un poco, no volvería a coger comida recién hecha.

La llevé a las afueras de palacio. Un cochero de palacio no servía, no podía dejarla sola con un hombre así. En cuanto estuvimos en el camino que llevaba al centro de Venecia vi a unos cuantos carruajes, aunque no escogí a los que eran conducidos por cocheros conocidos. Me fijé en uno que creí no haber visto nunca cerca de la zona y alzando la mano y poniéndome en su camino lo hice aturar.

-¿Vacío?-inquirí. Asintió con la cabeza y abrí la puerta lateral, ayudando a mi acompañante a subir con la mano. Cerré la puerta y con un impulso me encaramé a la ventanilla, ganándome una mala mirada del conductor.

-Espera-dije mientras le cogía del brazo y la acercaba a mí. Le di un beso en los labios intenso pero rápido que bajó hasta su cuello, descansando levemente en la clavícula. Le acaricié el cabello antes de soltarme de la madera y acabar en el asfalto con un salto. Estiré una mano con monedas para pagar al cochero.-Donde ella te diga.- le ordené. Me alejé del coche antes de que empezaran a moverse los caballos y sonreí a Christinne.-Iré a verte en cuanto pueda.-prometí.

(Off:No ps nd a^^)
Nunzio me guió por todo el palacio una vez salimos de su habitación, obedecí todo cuanto me dijo y mantuve la vista baja en todo momento, con la cabeza inclind ay el pelo cubriendo mi rostro parcilmente.Le seguí por todo plcio, notndo veces su nerviosismo y el mio propio. Cuando llegamos a lacocina no pude contener la risa ante el golpe que recibio por besra la mejilla de una mujer y coger dos bollos, uno de los cuales me dio y le agradecía con una sonrisa, parecía ser que allí no había peligro ninguno.
-La visita a palacio me ha encantado y clro que querré repetir.-le dije con una sonrisa, luego me condujo cerc de los carruajes y me ayudo a subir uno de ellos, se colgo de l ventanilla y me besó...lo cual me elevó hasta el cielo, aunque que decir, aquello mismo y era el cielo...descendió por mi cuello hasta la clavicula y suspiré.Vi como se bajaba de un salto-Te esperaré.-contesté mientras me asomaba con levedad por la ventana y observaba como el carro comenzaba a moverse...me hundía alejarme de él y más sin haberle dicho que...le quería.