De camino a las habitaciones. (Chris)

Entré en palacio, casi no quedaba nadie. Me dirigí a uno de mis compañeros y pedí que si me veían pasar me dejaran en paz. Me entendió enseguida. Le había pedido eso unas cuantas veces. Salí de nuevo a buscar a Christinne. No pude resistirme a besar de nuevo sus labios, parecían tener un imán. La cogí por los hombros y la conduje al interior de palacio, dando una vuelta para entrar por la entrada de servicio. Rocé su mejilla con la mía.

-Eres la chica más dulce que he conocido.- dije. Nuestro paso era lento, no quería llevarla directamente a la habitación, quería que disfrutara con el bello palacio.

Me encontraba sola y observando todo cuanto me rodeaba,desconocido, cuando Nunzio volvió a buscarme, volvió a besarme y le sonreí besándole también, aquellos labios rosados me encantaban y mucho más cuando me besaba de aquella forma. Me tomó por los hombros y entramos en palacio, todo era hermoso y elegante, perfecto, como había imaginado.Junto su mejila a la mia y le sonreí, colocando mi mano en su otra mejilla.
-Y tú el chico más interesante e impredecible que he conocido nunca.

Sonreí ante su afirmación. Me apoyé contra su mano.

-Dicho por ti, es el mejor halago del mundo.-besé su mano. La llevé por una de las zonas que más me gustaban, las salas de invitados y de celebraciones. Estaban majestuosamente decoradas, podía pasarme horas paseando por allí. Me di cuenta de que jamás había traído a mis visitas por esa zona. La inocencia de ella había hecho cambiar mi forma de actuar, pero no me molestó.

-¿Te gusta?-pregunté.-Todo se ve distinto contigo aquí.-susurré. Fui llevándola hasta las escaleras que conducían a las habitaciones del servicio, pero paré antes de subir el primer escalón, dudoso.

Le sonreí tiernamente cuando besó mi mano y seguí sus pasos. Observaba todo cuanto nos rodeaba, tan majestuoso y bien decorado como siempre me había imaginado cada uno de los detalles de palacio, era sorprendente y hermoso, y me alegraba de que fuese él quien me mostrase todo aquello.
-Respecto a tu comentario sobre que soy la chica más dulce, puede ser porque comentan que las parisinas somos así.-bromeé con una leve risa, mirándole con la misma ilusión que una niña en los ojos, mientras tomaba su brazo y apoyaba mi cabeza en su hombro con tranquilidad.-Sí, todo me encanta, es perfecto, tal y como lo imgainaba o incluso mejor...todos los bailes y actos que pueden realizarse aquí...me lo imagino lleno de luces, de gente, con música y danza.-dije con una gran sonrisa aun con aquellas imágenes rondando la cabeza, hacía poco que había comenzado a asistir a aquel tipo de actos, pero sin duda me maravillaban.Me solté de su brazo un instante y di unos pequeños pasos de baile mientras el se acercaba a un pasillo, entonces le seguí hasta unas escaleras y me detuve frente a él, ladeando el rostro para mirarle.-¿Ocurre algo?-pregunté entonces con la mirada expectante.

Fruncí el ceño al escuchar su pregunta. Quizá no estaba tan claro.

-Bueno, supongo que no pasa nada...-aclaré, subiendo las escaleras. Hice una mueca, pensativo. No sabía que decirle. Me giré repentinamente hacia ella.

-Sólo que no sé si queréis visitar esta parte de palacio...conmigo.-acabé, intentando poner un especial énfasis en la última palabra. A lo mejor era demasiado inocente... Maldije mi mala forma de llevar el tema. Gruñí y, sin saber muy bien porqué lo hacia, la besé, más bruscamente que antes. Si ella no sabía que hacíamos allí, yo no iba a explicárselo. Cogí su cara con mis manos y la acerqué más a mí, sintiendo cada parte de sus labios en los míos. Hundí mis dedos en su suave cabello, sintiéndolo como llamas entre mis manos. Estiré su labio inferior con mi boca, pensando, por primera vez, lo mal que podría sentirme si ella decidía irse en ese momento.

Clavé mi mirada en el expectante, observando sus gestos con detenimiento, aunque así había sido desde el principio. Cuando habló le escuché con atención y le seguí cuando comenzó a subir los peldaños de las escaleras, aún observando todo cuanto me rodeaba aunque sin perdele de vista, no quería perderme, aún sinedo graciosa la idea, quizás por el hecho de perderme allí, en el palacio Lunae o quizás por la idea de no saber cuanto tardaría en reaparecer o porque no me disgustaba la ideade ser encontrada por él. Se giró de nuevo y yo en mi distracción casi chocqué contra él, pero me detuve a tiempo.De nuevo le miré dudosa, esta vez directamente a los ojos.
-Claro, eres mi guia.-le dije sonriendo, se acercó y de nuevo me besó, esta vez de una forma más intensa y brusca que me tomó por sorpresa y el cual traté de corresponder inmediatamente de la mejor forma posible.Tomó mi rostro y avancé un poco para acercarme más al igual que él y acompasar mis labios a los suyos.No se imaginaba la forma en la que me hacia sentir, ni lo mucho que despertaban en mi aquellos besos.Sentía sus manos en mi pelo y mis brazos rodearon su torso.Quizás él no se hubiese dado cuenta o simplemente no lo sabía porque no se lo había dicho, per también era él chico más dulce que jamás había conocido.

Casi no hice caso a su respuesta, ella no parecía entender del todo mis palabras. Puse una mano en su cintura y caminé hacia atrás, aún besándola. Llegué a la puerta de mis aposentos y la apoyé allí. Puse mis manos en su espalda y la acerqué a mí, sintiendo cada parte de su cuerpo en el mío. Moví mi boca hacia un lado, recorriendo cada centímetro de su cuello.

-¿Quieres visitar esta parte?-susurré, sin dejar de besarla. Cogí sus muñecas y las sujeté contra la puerta.-Es mi habitación.- sabía perfectamente que eso si lo entendería. Le mordí el lóbulo de la oreja, como si ella ya hubiese aceptado, y dirigí una mano al picaporte.

Continuó besańdome de aquella forma intensa y yo correspondiéndole de la misma forma...me encantaban sus labios y muchos más la forma en la que se fundían con los míos, aquella forma en la que me besaba y me hacía extremecer, perdiendo el rumbo de mis pensamientos. Seguí sus pasos casi a ciegas, dejándome llevar por él y por sus besos, sintiendo su mano en mi cintura.Entonces se detuvo y me apoyó contra algo, que después supe que era una puerta.Me acercó más a él y comenzó a besar mi cuello, de nuevo suspiré ante la sensación que me producía el sentir sus labios sobre mi piel, tomó mis muñecas sujetándoas contra la puerta y habló aún besándome. Sentí como mordía levemente el lóbulo de mi oreja y llevaba una de sus manos al pomo de la puerta, entonces yo asentí con la cabeza sin atreverme a hablar, ya que quizás las palabras no acudiesen a mis labios y le besé el cuello, luego le miré y le di un suave beso en los labios, estaba nerviosa, pero aún asi le besé una vez más y le miré,¿a dónde hab´ia ido la Christinne sosegada y responsable?, aquella que era tímida y se preocupaba por todo...no lo sabía en aquel momento...pero tampoco me importaba, quizás fuese mejor así.

Abrí la puerta con algunas dificultades, porque ella seguía besándome. Me separé de ella, con la respiración algo entrecortada. Entré en la habitación, sintiendo una leve corriente. Me había dejado las ventanas abiertas. Suspiré. Solo me pasaba a mí. Sonreí y la besé de nuevo, casi sin rozar sus labios.

-Un momento.-dije. Fui disparado a las ventanas, cerrándolas con rapidez. Si se echaba atrás ahora, todo sería culpa mía... Volví hacia donde ella estaba, aún sonriente. Le desaté mi capa con lentitud y la dejé caer al suelo. Besé su hombro con suavidad y le cogí las dos manos. Del hombro pasé a la clavícula y allí paré, esperando su reacción.

Cuando abrió la puerta dejó de besarme un instante y noté el acelerado latido de mi corazón y mi respiración entrecortada.Una brisa suave y fresca recorría la habitación de un extremo a otro, volvió a besarme, apenas siendo un roce entre los labios de ambos y se encaminó hacia las ventanas, abiertas de par en par. Me mantuvé allí quieta unos instantes, observando la habitación, y entonces volvió, sonriendo y también le sonreí, con calidez, colocando mi mano en su mejilla mentras apartaba su capa y la dejaba caer.Tomó mis manos y beso mi hombro con suavidad y después bajó hasta la clavícula, suspiré, temblando casi, cada vez que se acercaba era la reacción que probocaba en mi...sentir el contacto de sus labios o sus manos era algo que me hacía estremecer y temblar, sentirme confusa y con el corazó latiendo desenfrenadamente...¿Qué debía hacer entonces?, él descolocaba cada uno de mis sentidos y mis pensamientos...estaba más que claro a donde llegaríamos si continuaba aquello...¿pero era lo correcto?, le acababa de conocer, sin embargo me hacía sentir bien, segura, especial...importante. Tomé su rostro con mis manos, observándole, mirándole a los ojos sonrojada y le di un suave beso en los labios.

Cogió mi cara y me alejó de ella unos centímetros. Apreté los dientes, descontento, pero parecía confusa.

-¿Estás...estás bien?- dije, con la respiración algo entrecortada. Recibí su beso, sin devolvérselo. Relajé la mandíbula y la miré, algo preocupado.-Si no... estás cómoda... con ésta situación, no pasa nada.-intenté transmitirle con la mirada que no me importaba. Besé su mejilla colorada. La arrastré a la cama y hice que se sentase, mientras yo iba a recoger la capa y la dejaba en una silla. Me quedé de pie, en el otro lado de la estancia.

No pareció gustarle mi reacción y noté como no correspondió a mi beso,ese gesto me preocupó.
-S-sí,estoy bien...-respondí con timidez mirándole,entonces besó mi mejilla y le escuché, temiendo haberlo estropeado todo.Le miré duvitativa y observé como me guiaba hasta su cama, pensando que quizás era yo la que me había equivocado con su reacción,sin embargo no se acercó, no volvió a besarme...se alejó para recoger su capa y la dejaba en una silla, quedándose al otro extremo de la estancia.Bajé mi mirada avergonzada, completamente sonrojada.-Yo...no es eso...es sólo que...-le dije sin mirarle,sin saber como explicarme así que finalmente dije:-Lo siento...

No la miré, pero supe perfectamente que sus mejillas estarían teñidas de ese color que tanto me empezaba a gustar. Puse los ojos en blanco al oír sus disculpas y la miré. No me gustaba que hiciese eso.

-No quiero que te disculpes. Es... es culpa mía.-dije. Me acerqué y me arrodillé delante de ella.-Tú no eres como otras, no tengo derecho a tratarte de igual forma. No tienes que darme explicaciones, haremos y dejaremos de hacer lo que tú quieras.-cogí su rostro y la besé despacio, cerrando los ojos con fuerza. Acaricié su mejilla ardiente y le sonreí.

En un instante el silencio reinó en la estancia y aquello no me dió precisamente buena impresión, hasta que de nuevo su voz habló y sin alzar la cabeza o la mirada le escuché algo esperanzada.Se arrodilló frente a mi y no me atreví a mirarle, estaba avergonzada...
-No...no es tu culpa...yo me dejé llevar y ahora he sido yo quien lo ha estropeado...lo...-dije con suavidad, me dispuse a disculparme, pero recordé que él no quería que lo hiciese y me detuve.Mordí mi labio inferior, pensando en la forma tan dulce con la que me trataba...siempre tan atento...haciéndome sentir diferente y especial...por una vez ser distinta me hacía sentir bien, porque era distinta para él.Suspiré antes de volver a hablar, pero entonces sus labios buscaron los míos y estos acudieron a su encuentro, correspondiendo aquel beso,lento, el cual deseé que nunca finalizase...todo lo que necesitaba en aquel momento era que el tiempo se detuviese y que jamás dejase de besarme...me sentía como nunca y no me incomodaba, pero si me conundía.Cuando dejó de besarme me sonrió acariciando mi mejilla.-Yo...no sé porque me ves tan distinta a las demás...pero de alguna forma me hace sentir bien que lo hagas...por una vez me alegra ser diferente...-dije con una leve sonrisa, colocando mi mano sobre la suta e inclinando mi rostro, cerrando los ojos ante el contacto de su piel con la mía.-Gracias...-dije pensando si algún otro chico habría sido tan comprensivo como él, pensé en los hijos de los socios de mi padre y la respuesta habría sido sin duda no.

Reposó su rostro en nuestras manos. La habitación quedó en silencio y pude escuchar su agitada respiración. Deslicé mi mano hasta su frágil cuello, sintiendo sus pulsaciones a través de la piel. Tuve un impulso y sin mover la mano de esa posición me senté a su lado. Apoyé mi cabeza sobre su pelo.

-No lo puedo evitar, eres distinta... mucho mejor. Yo tampoco sé porqué, pero...-no acabé la frase. No sabía que decirle. Suspiré. Olí su perfume, inspirando hondo. Cerré los ojos.

-No quiero que esta noche acabe nunca.-reconocí, sorprendiéndome a mí mismo. No solía expresarme de esa manera, dejando de ser el galán de siempre y diciendo lo que pensaba. Ladeé su cara y le di varios besos.

Le miré a los ojos en aquel instante, sintiendo todo cuanto decía, mientras notaba su mano deslizarse desde mi mejilla hasta mi cuello,aparté mi mano de la suya,dejándola sobre la cama.Se sentó a mi lado,apoyando su cabeza sobre la mia,escuchándole con atención.Todas aquelllas hermosas palabras me hacían estremecer y sonrojarme...nunca nadie me había hablado de aquella forma tan dulce y amable y por ello me sentía en paz y feliz.Hablé entonces con una sonrisa y una voz suave:
-No puedes imaginarte lo feliz que me hacen tus palabras...-le dije notándole tan cerca...deseando volver a abrazarle y besarle...nunca nadie me había considerado mejor y sin embargo para él lo era, y eso era suficiente.Sus palabras me sorprendieron aún más,podía notar la sinceridad en su voz...ladeó mi rostro depositando varios besos en mi y colocando mis manos en su hombros besé su mejilla, arrastrando después mis labios hasta los suyos para darle un beso suave, apenas un roce entre los labios de ambos y sonriendo aún con los ojos cerrados, tan cerca, notando su respiración, coloqué mis manos en sus mejillas y abrí los ojos, observando los suyos, aún con aquella expresión sonriente, luego inclinando un poco el rostro y ladeando el suyo con las manos le di un beso en el cuello y le abracé, aferrándome a él como si fuese lo único que me transmitiera seguridad en el mundo.-Desearía que fuese eterna...desearía estar así para siempre...ojala pudiera pedirte que hicieras eterna esta noche...-le dije cerrando los ojos mientras apoyaba mi rostro en su hombro.

Puse una mano en su nuca mientras sus labios parecían acariciar mi rostro, no quería que se separase. El leve beso me pareció insuficiente, quise besarla más aún, pero me contuve. Aferré mis brazos a su cintura, con el absurdo pensamiento de que pasaría algo malo si no lo hacía.

-No podría hacer que fuese eterna... Pero podemos repetirla.-susurré contra su cabello.-Te acabo de conocer LeBlanc, pero tengo la sensación de no querer separarme de ti nunca.-me mordí la lengua. Dios, que tontería acababa de decirle. Me estaba comportando como un crío. Fruncí el ceño y clavé mi mirada en sus brazos. Noté como enrojecía.

-Me estás pasando tu enrojecimiento.-dije, haciéndome el molesto para que pasara mi mal rato. Presioné mis labios contra su brazo tibio.

Sentía su mano en mi nuca, mientras después notaba como colocaba sus brazos alrededor de mi cintura, acercándome más a él, lo cual no me disgustaba para nada, dado que en aquel momento pensaba que en ningún otro sitio salvo en sus brazos me sentiría tan tranquila...Escuché entonces su susurró cercano a mi, con aquella voz que parecía ejercer algún tipo de hechizo sobre mi.
-Sería de mi agrado que así fuese...-le dije algo sonrojada, mientras escuchaba sus siguientes palabras.-Yo...yo...pienso igual...no sé que puede estar pasándome, pero...me siento tranquila contigo, confío en ti...-dije con timidez mientras escuchaba lo siguiente y veía su sonroho con una sonrisa, acompañada de una leve risa.-Lo siento, nunca pensé que fuese contagioso...-le dije y sentí sus labios sobre mi brazo.

Descansé mi rostro en su brazo.

-Contagias otras cosas.-le cogí la cara y miré el fondo de sus limpios ojos.-Contagias...tu tranquilidad. Tu... pureza. Tú entera eres contagiosa.-dije, dándole un suave beso con cada sustantivo. El último fue algo más largo. Cerré los ojos un breve instante, mareado. Llevaba todo el día en pie. No me puedo creer que tenga sueño. Sonreí a Christinne, casi como una disculpa, aunque no dije nada. Me froté los ojos con una mano sin dejar de sujetar la cara de ella con la otra.

-Ven.-me tumbé en la cama y palmeé el otro lado.-Es demasiado tarde como para que te lleve a tu casa, ¿no?-dije, sonriendo.

Acaricié su pelo con una mano, mientras luego hablaba mientras me besaba y yo reía con cada nuevo beso que aceptaba de sus labios.Parecía cansado, o eso pensé al ver como se frotaba los ojos con una mano mientras la otra sostenía mi rostro.Se tumbó sobre la cama y cuando palmeó a su lado le seguí y me tumbé junto a él,apoyando mi rostro contra su hombro.
-¿Soy contagiosa?-pregunté divertida.-Sí, ya es tarde...quizás se preocupen, pero lo cierto es que ahora no me importa demasiado...

-A mí tampoco me importa demasiado.- con cuidado coloqué mi brazo bajo sus hombros. Sonreí al notar su tono divertido. Froté mi nariz contra su frente. Mi cara pareció moverse por voluntad propia y antes de darme cuenta ya estaba besándola de nuevo. Apoyé el brazo libre en la cama y quedé medio tumbado encima de ella. No estaba pensando ni en lo que hacía. Pero ella no era las demás. Y yo tampoco quería que ella fuese como las demás. Me controlé y aparté mi brazo de su cuerpo y entrelacé mis manos en mi pecho con una mueca de desagrado.

-No tengo ganas de dormir y perder tiempo estando tú aquí, así que si esta noche tiene que ser... tranquila, explícame algo. Por favor.-añadí.

Le sonreí mientras colocaba su brazo bajo mis hombros y yo le miraba, me encantaba estar así con él, aunque en realidad creo que él al completo me encantaba, le miré y pronto sus labios buscaron los míos de nuevo, los cuales acudieron de inmediato y correspondí a su beso.No me cansaba nunca de besarle, quizás porque era demasiado especial. Casi se tumbó sobre mi y aunque el rubor inundó mis mejillas no me molestó.Entonces se apartó. Le miré cuando habló, con duda y dije:
-Me dijiste que estuviste en Paris, ¿verdad?

Asentí ante el cambio de tema. Me sentía algo tonto por haberme alejado de ella, total, tampoco había sido para tanto. Ladeé mi cabeza para poder contemplarla totalmente, mis ojos no parecían seguir mis indicaciones. Solo podían mirarla a ella.

-Cierto. Y, mm... Una de mis ciudades favoritas, por cierto.-repuse con una sonrisa. Era la pura verdad, me había parecido una ciudad encantadora, totalmente opuesta a mi ciudad de origen. Mi mano recorrió el poco espacio que había entre su cara y yo y le acaricié levemente la mejilla, y después cogí su frágil mano. No era lo mismo que besarla, pero el simple contacto ya era agradable.

Le sonreí con ternura, observando sus ojos, los cuales me miraban con aquella intensa atención, como si espiase mi alma.
-Mi ciudad favorita en el mundo.-dije con nostalgia de todo.-Pero creo que no volveré más.-comenté y cerré los ojos cuando su mano rozó mi mejilla, disfrutando de aquel casto roce.-Quiero saber de ti también.-le dije en un susurro, entrelazando mis dedos con los suyos cuando tomó mi mano.

La nostalgia que le teñía el semblante hizo que el mío se tornase triste.

-Algún día volverás.-no sé muy bien porque lo dije, pero le hubiese dicho lo que fuera con tal de no volver a verla con esa cara. Me alegré algo más cuando preguntó por mí.

-Nací en Florencia. No es mi ciudad preferida, la verdad, pero tiene ese algo que hace que me entren ganas de volver...-pensé en todo lo que había dejado en mi ciudad. Por mucho que quisiese volver, allí me aguardaban responsabilidades que no estaba dispuesto a enfrentar.-Tuve una vida complicada. Algo caótica, vamos.