Jardines

Me había sentado a intentar adelantar algo de trabajo, puesto que al no ser capaz de concentrarme debido a las noches sin dormir este se me acumulaba peligrosamente. Había ido al jardín, puesto que ese lugar me relajaba. Por fin, había conseguido comenzar a leer los documentos, sin acabar pensando en la boda cuando oí unos pasos apresurados que se acercaban.

Levanté la vista a tiempo de ver como pasaba una de mis doncellas. Me extrañó, puesto que no le agradaba el jardín, desde pequeña me había intentando inculcar que “el jardín no era el lugar más apropiado para una señorita como usted”, pero por suerte hacía tiempo que me había dado por imposible.

Las pocas veces que ella había salido al jardín, había sido siempre en mi busca por lo que supuse que esta vez no sería distinto.
Me puse en pie, sacudí mi vestido para evitar una reprimenda por sentarme en el suelo y la llamé a la vez que me agachaba con un gesto rápido para recoger los documentos que había dejado ordenados en una esquina.
Me incorporé al tiempo que ella se daba la vuelta. Al ver su cara inmediatamente supe dos cosas: la primera que ciertamente me estaba buscando, y la segunda que me había ganado otra reprimenda por olvidarme de algo importante.

La miré con una sonrisa expectante, intentando descubrir que era lo que había olvidado esta vez.

-Princesa, ¿acaso no recuerda que hoy es la fiesta en casa de los Wayland?-me reprendió, pero noté que intentaba ocultar una sonrisa, hacía tiempo que me había dado por imposible, pero había sido mi doncella desde que era una niña y ambas nos teníamos cariño.

Mi rostro tomo un gesto sorprendido al oír sus palabras, lo había olvidado por completo. En realidad no me extrañaba, toda una semana sin dormir pasaba factura. Ignoré la mirada de preocupación que me dedicó y le di las gracias con una media sonrisa, echando a correr hacia palacio a tiempo de oírla escuchar refunfuñar por mis modales.

Dejé de correr al llegar a palacio y me dirigí hacia mi habitación apresurada, otra vez llegaría tarde como de costumbre.
Reparé con una pequeña sonrisa en que antes de salir a buscarme ya se había ocupado de que las criadas prepararan un vestido apropiado. Me conocía lo suficiente como para saber que para andar en palacio no llevaría un vestido apropiado para una fiesta.



Me cambie de vestido rápidamente y dirigí una mirada al espejo. Con un rápido gesto solté mi ya deshecho recogido por la carrera, y tras quitar los nudos de mi melena volví a hacerme el recogido dejando que unos mechones cayeran por ambos lados de mi cara dándome un toque más informal a mi aspecto. “Bastante elegante es de por si el vestido" pensé dirigiendo una mirada al vestido azul que vestía.

Spoiler:

Dirigí otra mirada al espejo, mi aspecto no era el mejor que había tenido, pero tras la última semana tampoco podía esperar otra cosa.
En realidad, no tenía ganas de acudir a la fiesta, sabía que habría alguien que repararía en mi aspecto, y de no ser la persona más indicada habría habladurías durante otra gran temporada. De hecho, aún no habían cesado del todo las habladurías causadas por la última fiesta de mascaras.

Mi estado de ánimo no era el mejor para una noche de fiesta, habría preferido conseguir adelantar algo de trabajo e intentar descansar. Pero aparte de que formaba parte de mi trabajo acudir a actos sociales, este tenía una importancia especial. Era la fiesta de presentación de la joven a la que había ayudado a otorgar el apellido de los Wayland.

Al dejar los documentos que había estado revisando sobre mi escritorio un papel llamo mi atención. Lo cogí con gesto rápido, era la invitación a la fiesta. Casi la olvidaba, sospechaba que yo podría pasar igualmente sin invitación, pero era algo que me disgustaba que me trataran de forma diferente que a los demás por lo que salí de la habitación contenta de haberla visto.
Al salir vi como mi doncella se dirigía hacia mí con paso apresurado. Podía apostar que estaba convencida de que me había olvidado la invitación, por lo que se la mostré antes de que pudiera abrir la boca. Al ver su gesto sorprendido admití que lo había recordado de casualidad, a la vez que ella me comunicaba que el carruaje estaba listo para partir. La miré pensativa, era increíble, siempre estaba pendiente de todo y sabía lo que necesitaba antes de que yo misma me acordara.

Torcí los labios pensativa, prefería ir caminando, puesto que me resultaba más cómodo llegar a la fiesta de una manera más anónima.
De ir en carruaje llamaría la atención estaba segura, pero precisamente no era tiempo lo que me sobraba así que acepté acudir en carruaje resignada para la satisfacción de mi doncella.

Al llegar a la fiesta, observé extrañada que apenas se veía movimiento alrededor de la mansión, por lo que pregunté al conductor la hora. Al oír la hora, reparé en que aun quedaban unos cuantos minutos para la hora del comienzo.

Al ir apresurada no había mirado el reloj, si no que me había fiado de su palabra sin recordar que en cuestiones de tiempo siempre tendía a exagerar, logrando que llegase adelantada a todas mis citas.
Bajé resignada del carruaje, aceptando la ayuda que me ofrecía el conductor con una sonrisa de agradecimiento. Prefería ser capaz de desenvolverme yo sola, y normalmente me solía negar, pero con este tipo de vestidos no era capaz de moverme con tanta libertad como me gustaría.
Me acerqué a la entrada de la casa, reparando en que estaba todo listo para la fiesta pero que los invitados no habían comenzado a llegar.

Observé como el joven sirviente colocado en la entrada de la casa me había reconocido y se debatía entre sí pedirme la invitación o no. Lo sabía simplemente porque no era la primera vez que veía esa actitud, incluso en mis propios sirvientes. Saqué mi invitación, ahorrándole al joven el mal trago de tener que decidir y se la entregué con una media sonrisa. En los últimos días era lo máximo que mi sonrisa llegaba a aparecer, una media sonrisa, con un deje triste para los que me conocieran bien, puesto que yo lo intentaba ocultar.
Me adentré por el hall, admirando la excelente decoración de la casa. Estaba claro que el joven de los Wayland se había esforzado increíblemente en esta fiesta, posiblemente en un intento de agradar a joven que iba a ser presentada, su hermana.

Al llegar al jardín lo observé con gesto sorprendido, si el interior de la casa estaba bien decorado, el jardín demostraba un gusto exquisito.
Vi a lo lejos un joven, no lograba verle la cara puesto que estaba de espaldas, pero la desenvoltura con la que se movía por el jardín, revisando las mesas me hizo saber que seguramente sería Jace Wayland.

Permaneci observando la decoracion del jardin. Simplemente me quedaba rezar porque saliera bien el evento. Volvi hacia las mesas y antes de llegar la voz de uno de los sirvientes encargados de anunziar a los invitados seguido de un coro de trompetas.
- ¡Su alteza real, la Princesa Carolina Sanguinetti de Lunae!- Gritó al tiempo que al finalizar golpeaba el suelo con un elegante y pesado bastón.

Inmediatamente al oir el anunziamiento, me acerqué a la entrada del jardin, comprobandoa si que efectivamente, la persona de quien mas esperaba asistencia estaba allí.
Hice la habitual reverencia.
- Grazie, no sabeis cuanto ansiaba vuestra presencia, alteza.- Dije con una sonrisa de oreja a oreja. Observé la expresion de asombro de su rostro dirigida a todo el jardin.- ¿Os gusta?

Tras mi entrada en la mansión, pude oir la voz del sierviente seguida de un coro de trompetas, presentandome sigun el más estrico protocolo. Una sonrisa resignada apareció en mi rostro, no cabía esperar otra cosa de este tipo de actos, incluso yo lo comprendía.

Observé como nada más oir la presentación el joven que se dedicaba a revisar las mesas se dió media vuelta. Una pequeña sonrisa de satisfación apareció en mi rostro, efectivamente se trataba de Jace Wayland, pero esta a penas duro unos segundos. No tenía animos para sonreir con sinceridad, tal y como acostumbraba.

Al verle acercarse y hacerme una reverencia, le miré, esta vez si vestía de acuerdo con su categoría social, al igual que yo. La primera vez yo tampoco vestía correctamente, tal vez por eso a ambos nos había cosatado reconocernos.

Correspondí a su reverencia, resignada, inclinandome ligeramente a la vez que con mi mano derecha levantaba levemente la falda del vestido, evitando pisarmela al agacharme en un gesto natural. A pesar de que no utilizaba a menudo el protocolo, y por lo tanto no estaba denasiado acostumbrada a hacer una reverencia, era de las primeras cosas que me habían enseñado junto a todo el protocolo, por era capaz de llevarlo a cabo de forma natural, ocultando por completo mi incomodidad, aunque esto solo lo hacia en actos oficiales y el minimo de veces posible.

Aún cada vez que una nueva doncella llegaba a palacio, intentaba enseñarme el protocolo, a pesar de los avisos de las demás sobre la inutilidad de esta acción. Al conocerme reparaban en que conocía todo el protocolo a la perfeción, y que era capaz de seguirlo con naturalidad, sin pensar. No se trataba de que lo no lo conocería como ellas creían, sino de que me disgustaba tanta formalidad, era antinatural y me hacía sentir superior, hecho porque me disgustaba porque yo no lo creía así. Por suerte solían desistir rápido en hacerme canbiar, evidentemente era cabezota aún sin conocerme en profundidad.

Observé con una media sonrisa su gran sonrisa, evidentemente estaba ilusionado con la fiesta.
-No hay nada que agradecer...-repiqlé a su agradecimiento.-Es un honor estar presente...-dije mirandole, a pesar de que ciertamente no era lo que más me apetecía, si lo consideraba un honor. Asentí admirando aún la decoración.-Felicidades... Un gran trabajo-dije con sinceridad.-Estoy segura de que la fiesta resultará un gran éxito.-le dijé observando la precisión con la que estaba mimado cada detalle.

Observé su mirada inquisidora, lo que me hizo pensar que posiblemente había reparado en que mi aspecto no era el que solía ser, pero no comento nada por lo que simplemente le miré con una pequeña sonrisa.

-Estoy deseando poder conocer a la joven, estoy segura de que tiene que ser una gran persona...-dije, puesto que en ese primer encuentro me había hablado muy bien de ella, y notando como un brillo de ilusión asoma en sus ojos con el simple hecho de mencionarla.

-No hay nada que agradecer.-repetí cabezotamente acompañada de una media sonrisa, perdiendo la cuenta de las veces que se lo he podido repetir.-Es un gran honor saber que he ayudado a alguien...-dije pensando por un segundo en toda la gente a la que había perjudicado... Durante unos segundos todo rastro de sonrisa se esfumó de mi rostro, pero conseguí apartar ese pensamiento de mi mente. Soy consciente de que si uno ese pensamiento a todos los que ya rondan sin descanso por mi agotada cabeza, no seré capaz de mantener la compostura. Mi media sonrisa vuelve a mi rostro, confiando en que no se haya percatado de nada.

Le miro pensativa al entender que considera de su familia a sus propios sirvientes, mi sospecha de que ambos nos asemejamos en caracter y forma de ser, a pesar de haber sido educados en el mismo estricto ambiente se acrecentua con este hecho. Es cierto que yo no consideró a todos los sirvientes que han pasado por palacio de mi familia, pero si a los más cercanos y veteranos. En palacio hay demasiados, y con muchos de ellos ni siquiera llego a tratar demasiado, puesto que de mi familia soy la que menos sirvientes tengo por decisión propia, siempre que mi apretada agenda me lo permite prefiero ocuparme yo todos mis quehaceres. Otros de los sirvientes de palacio no pasan de un par de meses de servicio, por un motivo u otro, por lo que tampoco los llego a considerar de mi familia.

Veo acercarse a un sirviente con unas copas, estoy a punto de negar la bebida que me ofrece, sin apenas fijarme que contiene, pensando que es alcohol, puesto que en este tipo de actos no suelen ofrecer otro tipo de bebidas, cuando escucho sus palabras. Un claro gesto de sospresa aparece en mis rostro, y tras fijarme en la copa, reparo en que efictivamente se trata de licor de frutas. Le miró agradeciendo el gesto a la vez que cogó delicadamente la copa con la mano derecha, haciendo un gesto de agradecimiento al garçon.

-A mi tambien me lo daban de pequeña, bueno y ahora, es mi bebida favorita...-le digo mirandole agradecida, aún sosprendida por el detalle.

Asiento a sus palabras y me despido de él con una sonrisa, permitiendole acudir a recibir a los demás invitados que poco a poco comienzan a llegar.

Me retiró a un rincón más apartado del jardín, bajo un árbol, mirando disimuladamente hacia los invitados que comienzan a llegar, sin embargo no consigo distraer a mi cabeza. Suspiró resignada, tengo que lograr encontrar la manera de desconectar, le he dado tantas vueltas al asunto sin descanso, que ya no soy capaz de pensar coherenmente sobre ello.

Estaba muy contenta, además de graamene sorprendida, en cuanto había recibido la noticia de la fiesta había pensado que acudiría costase lo que costase,nuevamente a espaldas de mi padre...por el hecho de que ambos anfitriones pertenecían a Lunae, pero,¿y qué? Daphne siempre había sido mi mejor amiga y Jace era muy de mi agrado y ahora mucho más, por ello tenía que asistir sin pensarlo dos veces.Al fin la habían sacado de aquella vida que nunca debió de ser la suya, sin duda ella era esa clase de chic que merecía todo lo bueno e incluso el mundo,¿cómo se lo agradecería a Jace?
Me había arreglado de la mejor forma que había sabido, llevaba el pelo suelo y levemente ondulado, tan solo algunos de los primeros mechones se encontraban atados con un lazo de seda azul en la parte trasera de mi cabeza, llevaba un vestido del mismo color que el lazo.

Spoiler:

Caminé hasta llegar a la fiesta, me las había arreglado para saber si el señor Falecci iría y de alguna otra forma para hacerle llegar la noticia de que acudiría también. Llevaba apenas maquillaje tan solo un leve rosa en los labios.Caminé observando a la gente y todo mi entorno.

De acuerdo, la idea habia sido mia, cierto e indiscutible era pero...
"No lo aguanto más" Tanta sonrisa falsa, tantos saludos con fingida emocion. Por el momento la gran mayoria de los cerca trescientos invitados que llegarian, muchos de los cuales eran antiguos socios de mi padre a los que ni siquiera conocia pero que por respeto a las relaciones establecidas del pasado me habia visto obligado a invitar, solo de ese numero unos pocos habia esperado con ansias su asistencia, algunos sin embargo mediante una carta habian comunicado sus excusas para no asistir.


Entré del jardin a la casa el ambiente era sofocante. Un par de saludos, apretones de manos, palmadas en el hombro y sonrisas falsas y por fin logré salir a la calle, vuelto de espaldas a esta mirando a la puerta de la casa me gire frenando a tiempo para no chocar contra la joven que subia ya la escalinata de marmol.
- Disculpeme.- Dije a la joven, sorprendiendome de verla allí en cuanto la hube reconocido.- No crei que vendriais sola.- Dije en un tono bromista, pues esperando que ella viniese habia supuesto llegaria con un sequito de doncellas junto a ella.

Estaba casi dentro, no reconocí a nadie lo cual me daba algo de...¿pánico?, miraba con la cabeza inclinada a todas partes, estaba tan distraída que casi choqué con un muchacho de no ser porque el se detuvo a tiempo, entonces le reconocí, era Jace Wayland, el anfitrión, un gran amigo y la persona que había salvado a Daph, sonreí gratamente al verle e hice una leve reverencia agarrando mi vestido.
-No hay nada que disculpar, ¿se hará costumbre encontrarnos mediante choques?-pregunté bromeando con una leve risa.Me encogí de hombros y sonreí ladeando la cabeza levemente.-Ya ve, ninguna compañía.-le dije y luego le tendí la mano.-Encantada de volver a verle.

Le sonrei, me alegraba muchisimo de volver a ver a Jace y tenía tantísimas ganas de ver a Daphne de nuevo...ahora empezaba su nueva vida y era mucho mejor que la que hasta ahora había tenido.
-Siento decirle que soy demasiado experta en causar accidentes.-dije riendo.-Nada de extraño, pero si en cierto modo agradable.-dije mientras depositaba un beso en mi mano.-No habría faltado por nada, y sería de gran honor que me acompañase, señor Wayland.

Sonreí amablemente y reí levemente ante su comentario, ¿entonces ya no era la única habituada a causar desastres?, era bueno saberlo, aunque también pensar que era más peligroso hallarnos en la compañía del otro.
-Si es tan amable de guiarme gustosamente iré.-le dije con una gran sonrisa.Era agradable estar en compañía de alguien amable, por lo cual me gustó, nda de aburrimiento y obligación, estaba allí porque así o quería.Cuando llegamos observé el inmenso jardín...hermoso, aquella palabra se quedaría demasiado pequeña para hablar de la magnificiencia de todo aquello.-Pa-para nada, es expectacular.-dije impresionada.

Caminaba aún maravillada por la magnitud de la belleza que allí residía, todo era perfecto, Jace era ideal para montar fiestas, de eso no cabía la menor duda.Caminamos y se polló contra una pared, parecía cansado, ¿auqneu quién no lo estaría habiendo organizado todo aquello?
-Nada de halago, es la verdad, todo esta perfecto.-dije con una leve sonrisa.-Sí, si que se lo merece, lo ha pasado realmente mal, pero ahora gracias a usted todo es como debería haber sido siempre...no tengo palabras para agradecerle lo que has hecho por ella...ni siquiera yo que se supone que soy su mejor amiga desde siempre he podido ni he sabido como ayudarla...-dije algo apenada por no haber sabido ayudarla.-Yo me alegro de haber venido.-dije renovando mi sonrisa.

Me reí ante su comentario, ¿Daph no sabía sobre la fiesta?, entonces sería la última vez que vería al joven Wayland vivo, o más bien entero.
-No podré salvaros, es algo que he de reconocer, siwnto decir que nada impedirá que Daphne le maté.-dije riendo.-Pero diga lo que diga la fiesta la hará muy feliz,no debe de esperarse nada de nada.

Sonreí de lado y reí con ella.
- Lo cierto es que estoy preparado para cualquier reaccion.- Dije con tranquilidad. Mi mayor temor era que consiguiese escaparse o bien de la fiesta o inclusive de la casa como en muchas otras ocasiones había hecho, me daba lo mismo pues yo tambien lo hacia y al menos queria resspetar sus actos y decisiones, pues bastante ya tenia con todas las actividades que sus cuidadoras por expresa orden mia la hacian realizar.- Eso es lo que mas deseo en este momento.- Dije respondiendo a sus ultimas palabras.


Una voz a mi lado me hizo girar el rostro, era uno de los chef que aquella noche se encargaria de dar alimento a todos los invitados asistentes. Me pidio que le acompañase pues tenia que comentarme algunos detalles de importante indole.

Me grié hacia la joven y con una reverencia me despedi de ella cortesmente.
- Por favor disculpadme y disfrutad cuanto podais de la fiesta.- Dije, marchandome junto al hombre.


FdR: Anda postea con Carol que... la tenemos abandonada.. XD

No sabía muy bien que estaba haciendo allí. Aún me dolían los huesos por la semana en el húmedo calabozo, aún sentía hambre por la escasa ración de comida que proporcionaban a los encarcelados. Salí a los jardines y aspiré con fuerza el aire puro que allí había. Era una fiesta magnífica, hacía tiempo que no asistía a una se esa magnitud. No conocía a fondo al anfitrión, ni a la dama por la que se celebraba la fiesta. Pero era una gran celebración, seguramente la otra mitad de los invitados ni siquiera los había visto nunca. Yo sí, por lo menos a ella. Y sabía como era el señor Wayland.

Paseé por los extensos exteriores, saludando a algún que otro invitado que parecía conocer. Estuve todo el rato con el ceño fruncido, seguía sin saber que hacía allí. Tendría que estar en palacio, obedeciendo a Dáddiego o cualquier cosa que me mandasen hacer. Pero para mi palacio ya no era el sitio de antes. Quizás era mejor estar en una fiesta enfurruñado que en ese lugar. Me quedé quieto en una posición al recordar a la princesa. No, la estaba viendo. Por allí, paseando. Reprimí mis ganas de saludarla, de decirle que todo iba bien y de que iba a demostrarle que yo no había sido el malhechor.

Apreté los puños y pensé seriamente en irme de la casa. Pero después de la princesa vi al anfitrión. Era como habían dicho, y se notaba que era él. Hablaba con alguien. Entrecerré los ojos para ver mejor entre la gente y la vi. Christinne. Inspiré con fuerza y seguí a la pareja de caminantes, hasta que pararon. Me alejé por temor a ser descubierto. Esperé y esperé hasta que él la dejó libre. Me acerqué a ella como una exhalación, sin olvidarme de borrar el enfado de mi rostro. Me acerqué por detrás y posé mis manos en sus hombros.

-Señorita LeBlanc, ¿os gusta la fiesta?-susurré en su oído.

No sabía exactamente donde iba, solo que me habían obligado a acudir a una fiesta en casa de los Wayland como presentación de una chica que si no recordaba mal conocía. Mi humor no era del mejor, estaba agotado y las ganas de salir eran mínimas, raro en mí que siempre conseguía unas horas de libertad para salir.
Entre en la casa entregando la invitación que había recibido anteriormente y de la cual no me acordaba; sino fuera porque mi padre había entrado en el estudio donde me encontraba en ese momento hubiera quedado en nuestra casa todo el día.
Me hicieron vestirme con el típico traje de fiesta que a mi padre tanto le gustaba y que me hacia ver como un “autentico caballero”, coger mi invitación e ir a esa fiesta antes de que pudiera emitir el mínimo ruido en contra. Por un lado agradecía una buena fiesta y por el otro no quería festejar, pero ya era tarde para planteármelo pues me encontraba en el interior de la casa repleta de gente con sus mejores ropas puestas. Decidí salir al jardín tras saludar a gente que ni sabía que conocía en realidad, tenía un vaso en la mano de no sabía exactamente que, puesto que aun no lo había probado, pero que había decidido coger de la bandeja que un camarero ofrecía.
El jardín estaba decorado perfectamente, sin duda había hecho un buen trabajo para la presentación de la chica que nombraban en la invitación. Seguí saludando a gente un buen rato, aunque a alguno prefería no hacerlo.

Sonreí a Jace nuevamente.
-Daphne es una caja de sorpresas, espero que cuidar de ella no le sea dificil.-le dije con una sonrisa divertida, Daph era bastante rebelde para algunas cosas y no dudaba que al joven Wayland le costase cuidar de ella.Un hombre se acercó, parecía ser uno de los chefs y parecía necesitar a Jace, el cual se disculpó de inmediato.-Muchas gracias, eso haré.-dije con una leve reverencia.Observé durante unos instantes nuevamente la decoración de todo el lugar, sin duda perfectamete preparado, Jace había pensado en todo, a Daphne le encantaría o eso esperaba. Entonces en medio de mis pensamientos alguien colocó sus manos en mis hombros y me asusté con levedad, dando un leve respingo.Una voz acompañó aquel gesto y parecía reconocerla, fue demasiada grata la sorpresa, tanto que no supe si realmente mi imaginación me causaba engaño alguno por simplemente estar en Lunae.Sonreí colocando una de mis manos sobre la suya.
-Sí, me gusta mucho, y ahora aún más, ¿y a usted señor Falecci?-pregunté.

Eché la cabeza hacia atrás cuando vi que pareció asustarse, pero no me alejé más. Todo mi ánimo pareció flaquear un instante. Yo tenía algo que hacer, tenía que estar en palacio descubriendo al que me había metido en todo el embrollo para no tener que pagar yo ante la justicia. Pero entonces puso una mano sobre la mía, sintiendo su contacto como hacía bastantes días, un contacto que por pequeño que fuese sirvió para aliviar algunas heridas del corazón. Incluso el cuerpo me dolía menos. Conseguí formar una sonrisa en mi últimamente sombrío rostro.

-Pues pensaba irme, pero ahora que os he visto...-se me hacía raro hablar con ella de esa manera después de aquella ya lejana noche, pero era mejor hacerlo así en público. Acerqué mi rostro a su mejilla y lo besé con suavidad, intentando impregnarme de su dulce aroma y tener un recuerdo más de ella. Contra más mejor. Me separé de su pómulo antes de lo que deseaba, pero si hubiese estado más tiempo, habrían pensado que era algo más que un beso de cortesía, y no podían pensar eso. No quería ponerla en una situación comprometida.

-Creo que me quedaré.-repuse con una sonrisa. Separé mis manos de su cuerpo y me puse frente a ella, haciendo una pequeña reverencia.-Desde hace tiempo que quería vert... veros. Pero por desgracia no he podido. Menos mal que os he encontrado aquí.

Sonreí más ampliamente cuando volvió a hablar, pensando la inmensa suerte que parecía depararme el día de hoy, de primeras ya le había encontrado, o más bien el me había encontrado a mi.Sonreí de una forma casi tonta cuando su rostro se acercó sin embargo mi sonrisa se desvaneció levemente cuando beó mi mejilla y no mis labios. Le miré algo extrañada, mucho más cuando me habló con tanta cortesía.
-Me alegra que...se quede.-dije pensando bien como debía referirme a él, si él lo hacía de aquella forma debía hacerlo igualmente.-¿Quería verme?-dije con una sonrisa inclinando levemente la cabeza hacia un costado.SUpuse que su trato se debía al hecho de vernos rodeados de tanta gente.

Me pasé una mano por la barbilla cuando noté su mirada extrañada. Si, algo en mi corazón sonreía cuando me di cuenta de que ella deseaba un beso del mismo modo que yo. Pero quizás un simple coqueteo inocente no extrañaría a nadie. Yo ya debía de tener fama de galán que en las fiestas se divertía demasiado y ella era una noble joven, no sería muy extraño. Le cogí una mano y la acaricié con las mías.

-Desde el primer segundo que os fuisteis de...-no acabé la frase por precaución, aunque igualmente había bajado el volumen de voz. Me llevé su mano y la besé mirando sus ojos con fijeza. No la solté, la seguí conteniendo con las mías, sintiendo su calor constante. Suspiré y desvié la mirada. Me moría de ganas de irme de allí, pero esta vez con ella entre mis brazos y a un lugar mucho más solitario. Estiré de su brazo y la conduje un poco más lejos de la gente, supuse que ella ya habría sido presentada propiamente y que no le hacía falta estar en ese jaleo de gente. Mi propia presentación no me preocupaba.

-Sé que debería haber ido a buscarte mucho antes, este tiempo me ha parecido innecesario.-solté su mano con lentitud, dejándola resbalar entre las mías. Le acaricié el pómulo.-Espero que a ti también te lo haya parecido.