Atado a mi -Nunzio-

El jucio no llegaba y tampoco pareciera fuera a llegar en un futuro proximo, pero eso podia suponer una ligera ventaja a mis propositos.

El sol aun no habia salido, quedaba demasiado aun para que sus primeros rayos pudieran ser vislumbrados en el cielo, que tampoco comenzaba a clarear.
Quedaban aun varias horas hasta que mi jornada comenzase pero, ya me habia puesto rumbo a Palacio, ahora me avanzaba por el extenso jardin trasero en direccion a los calabozos donde desde hacia una semana yacia mi objetivo. Encerrado.

No habia guardias tal y como habia esperado. "La guardia sigue fallando a estas horas." Me dije a mi mismo, aunque siempre lo habia hecho en esta ocasion a mi me suponia un benefico.

Recorri el corredor lugrube y frio buscando la celda correcta.
La luz de la luna aun bañaban el habitaculo de piedra y de dimensiones reducidas y alli sentado en lo que parecia una cama de dura, rigida e incomoda sin duda alguna, se encontraba él recortado en la penumbra.
- Falecci.- Le llamé.

La peor semana de mi vida. Jamás había tenido tantas horas para sentirme tan mal. Ni en mis peores salidas nocturnas me había encontrado tan mal, y lo que sentía ahora era solo mental. Llevaba metido en esa celda a saber cuanto tiempo, y aún no me habían dicho que me iba a suceder. Tampoco había ningún guardia a quién dar conversación o que por lo menos me consolara con su presencia, estaba en una especie de infierno frío. Ni siquiera había intentado dormirme, había paseado por el pequeño recinto, había murmurado para mí mismo y finalmente me había sentado para descansar un poco, pero sabía que era imposible que me durmiese un mínimo segundo. Unos pasos me sacaron con sobresalto de mis ensoñaciones. Se acercaba alguien. Y me llamaba a mí. La leve luz nocturna que se filtraba por la ventana rejada me permitieron ver a Dáddiego cuando alcé la cabeza. Me levanté con un suspiro indignado y me acerqué a los barrotes.

-¿Alguna novedad o ya me puedo traer mis cosas?-inquirí, sarcástico. Contra antes se acabase todo, para bien o para mal, mejor.

Una semana en aquel lugar podia acabar hundiendo a cualquier hombre por muy fuerte que fuera o duro que intentase parecer, pues unicamente en aquel lugar esperaban el dia de la ejecucion o el momento de la llegada del juicio como estaba el joven al que habia ido a hacer una visita.

Acudio a mi llamada y hablo.
- No estas en situacion de emplear ese tono conmigo.- Dije seriamente. El sarcasmo era lo menos que en esa clase de situacion en la que se encontraba ese joven podria ser lo mas apropiado y correcto.- Pero, no estoy hoy aqui para enseñarte modales.- Puntialicé sin enfasis alguno.
Esa noche debia obtener lo que me habia propuesto conseguir.
- El juicio se retrasa, y creo que de eso ya te habrás dado cuenta.- Empecé a caminar de un lado a otro de los barrotes.- Pero creo haber podido encontrar una forma de retirar los cargos contra ti, Falecci.- Me detuve justamente en el centro, mirandolo fijamente, evaluando la situacion y las diversas formas en las que podria barajar mis posibles victorias.

Con exasperación bajé la cabeza a modo de sumisión.

-Perdonadme, las noches en esta maldita celda me pasan factura.-dije. Apoyé la frente contra los barrotes con un suspiro pronunciado. Observé como caminaba, sin comentar su afirmación. Pues claro que me daba cuenta, ni siquiera me habían dicho cuanto tiempo estaría en esa celda mugrienta y sin poder ver más luz que esa poca que entraba por la pequeña ventana. Entonces dijo que creía... ¿poder sacarme de allí? Aferré los barrotes con las manos y levanté la cabeza para mirarlo mejor. En sus ojos no parecía haber mentira, pero a saber... Fruncí el ceño extrañado.

-Pero vos, ¿me creéis?- dije. Ladeé la cabeza.-¿Habéis encontrado al verdadero culpable?- alcé la voz, pero lo justo para no parecer irrespetuoso.

Enlace mis manos a la espalda mientras veia como afectaba a la expresion de su rostro, las palabras que habia pronunciado.

Di un paso adelante, y en un gesto de comprension deje una de mis manos sobre el puño de él cernido sobre los barrotes.
- No estaria aqui si no creyese en tu inocencia Falecci.- Dije pausadamente, retiré mi mano y la volvi a entrelazar a mi espalda.- No, el culpable aun no ha sido hayado, y es dificil cuando eras tu quien poseia el objeto, pero lo encontraremos, aunque ya sabes que podrias ser acusado de complice.- Espere a que pensara y asimilara mis palabras.

Observé aún sorprendido su mano posándose sobre la mía en un acto de compasión. Mis manos se aferraron con más fuerza a los oxidados barrotes, marcando mis nudillos hasta el extremo. Creía que yo era inocente. Era normal, lo era, pero entonces no comprendía su actuación de hacía unos días, cuando habían encontrado el objeto del robo en mi bolsillo. Bueno, todo el mundo podía cambiar de opinión. Decidí dejar de pensar en ello, quizás me podían sacar de allí por fin, mejor confiar en él.

-No sé como llegó la joya hasta mí. Aunque prefiero ser acusado de cómplice que de ladrón. Pero los dos sabemos que soy inocente...- era un alivio que creyesen en mí. Me mordí con fuerza el labio inferior y golpeé mi cabeza con suavidad contra mis manos, varias veces.-¿Puedo preguntar cómo me vais a sacar de aquí? O cómo retirar los cargos... ¿Acaso la princesa también sabe de mi inocencia?-inquirí después de unos segundos pensativos.

Tosi, como si quisiera aclarar mi garganta pero mas bien ocultar un sonrisa que intentaba dibujarse en mi rostro, pues yo si sabia como habia llegado la joya a él. "¿Cómo no saberlo?"

Volvi a pasearme por delante de los barrotes de la celda, pensativo y sin terminar de prestar atencion a lo que decia.
La idea que dias atrás de la forma de como liberarle ahora me parecia poco adecuada, pero no era preocupacion pues una nueva surgia de las entrañas de mi mente.
- Hay una forma.- Dije deteniendome y mirando a la celda sin un punto en concreto.- No aunque mas bien diria que duda, pero puedes demostrar tu inocencia publicamente encontrando a quien la robó.- Si encontraba a quien la habia robado no encontraria a quien lo imculpó pues eran personas diferentes, ademas: "Ya me encargué de que no pudiera hablar.".

La princesa no creía del todo. Bueno, daba igual. Yo solo quería salir de allí. Alcé la vista el techo de piedra del oscuro calabozo.

-Si, pero si ni siquiera sé cómo llegó la joya a mí, ¿cómo voy a saber quién la robó?-dije mirándolo de reojo. Era obvio que para salir yo, alguien tendría que entrar, porque la joya no se había robado sola.-El problema de esa idea es que para descubrirlo tengo que salir de aquí, ¿no creéis?

Le miré con una sonrisa divertida.
- Eso joven Falecci es algo de lo que tu debes encargarte solo y sin ayuda.- Dije acercandome otro paso más a la celda, sabia que era un chico listo y que estaria haciendose conjeturas sobre que debia hacer.

Volvi a sonreir, pues mi objetivo se veia cerca. Solo necesitaba de unas unicas palabras.
- Jurame fidelidad y lealtad suprema y te tomare bajo mi amparo, serás libre hasta que logres demostrar tu inocencia, los jueces solo desean a alguien a quien juzgar y condenar.- Puntualicé aquel hecho, aquellos malditos estupidos que creian saberse dueños de la justicia eran los que mas disfrutaban de ver rodar la cabeza de los condenados asi como de verlos agitarse en su ultimo aliento.- Dales lo que quieren y serás libre.

Resoplé. Pues claro que me iba a tener que encargar yo. Solo me faltaba saber qué hace él allí, recordándome todo lo que ya sabía. Sus palabras resonaron con fuerza en mi mente. Jurarle lealtad. Fidelidad suprema. Todo junto y podría salir de allí. Estaría bajo protección del consejero real. El esquema de mi vida había cambiado. De sirviente menor en palacio a calabozo a protegido y sirviente también de un consejero real. Una de las personas más importantes de Lunae después de sus majestades y los príncipes. Lo único que no me gustaba de todo eso era la sonrisa de él. A saber que estaba pensando. ¿Para que me quería él fuera?

-¿Saldría de aquí si os juro lealtad eterna y soy vuestro más fiel sirviente?-dije, algo incrédulo. Parecía tan sencillo. Aunque siendo quién era, si él decidía que me sacasen de allí con ese motivo, seguramente lo harían.-Haría lo que hiciese falta.

Si durante los siete dias de la creacion Dios dijo hagáse la luz y hagase las sombras en este momento preciso instante de estar presente habria dicho que se hiciera el silencio, pues eso es lo que se instauró en aquel lugar.

Esperé pacientemente a que volviese a hablar, por una vez mi paciencia se alargaria todo lo que tuviera que alargarse. Por suerte no tuve que esperar demasiado.
Respondi con un asentimiento afirmativo a su pregunta y sonrei complacido por aquellas cinco palabras ultimas. No podia haber salido mejor aquello.
- Entonces ya sabes que tienes que decir.- Queria escuchar esas palabras, pues serian prueba inequivoca de sometimiento.

Apreté la mandíbula con fuerza. Parecía disfrutar con aquello. No me hacía ninguna gracia entregarme como sirviente a ese hombre, pero no tenía opción. Acaricié mi barba de días con la mano, pensativo. Me separé lentamente de los barrotes, mi única compañía esa semana, y hice una profunda reverencia, controlando mi expresión facial.

-Podéis considerarme vuestro más devoto servidor.-repuse, arrastrando las palabras. Alcé la vista sin moverme, sin perderlo de vista ni un momento. No me gustaba nada lo que estaba pasando.

Le mire y escuché.
Asenti satisfecho, lo habia logrado y el conseguir los objetivos marcados era algo de lo que yo mismo podia alardear. "Aunque siempre quedará ese pequeño fallo en mi vida" Me dije mientras oia pasos, parecia que la guardia llegaba de Dios sabia donde.
- Solo espero una cosa de ti Falecci.- Dije seriamente antes de que los guardias llegasen.- No me defraudes ni cometas errores.

Tres guardias llegaron quedando sorprendidos y atemorizados de mi presencia allí. Y con voz seria, autoritaria y grave ordené que trajeran la llave y liberaran al joven, se quedaron mirandonos sin saber que hacer, si obedecer o no.
- Acaso sois estupidos, a menos que querais que reporte vuestra ausencia haced lo que os ordeno.- Grité enfadado, observando marcharse a los tres.- A veces pienso que estamos rodeados de ineptos.- Dije mirandole. No tardaron mucho la verdad.- Vamos abrid, o ¿estais esperando a que abra yo?- Dije en un tono no muy amigable, abrieron inmediatamente la puerta.

No hice mucho caso a su supuesta amenaza, era obvio que yo le necesitaba para salir, más obvio aún que no iba a ser el estúpido que cometiese el error de defraudarle. Observé sin mucho entusiasmo como ordenaba a los guardias que me dejasen libre y la mirada de pánico de ellos. Si así iba a ser mi vida hasta que encontrase al que verdaderamente tenía que permanecer en esa celda... Asentí cuando dijo lo de ineptos. En eso tenía razón. Abrieron la puerta y con un paso casi seguro avancé hasta encontrarme frente a Dáddiego.

-...Gracias...-repuse mientras volvía a hacerle una reverencia. Esperé a que dijese algo para obedecerle y poder irnos de allí enseguida.

Asentí cuando el joven agradecio, aunque le mire friamente al no referirse a mi como debia, pero preferi dejarlo pasar por esa vez. Y con un gesto le indiqué que me siguiera hacia el exterior.
No espere siquiera a saber que me seguiria, me puse en marcha y me quedé de pie en el cielo que ya clareaba observando como las estrellas iban desapareciendo lentamente.

- Falecci- Dije sabiendo que estaba allí, detras de mi. Me sentia bastante misericordioso aquel dia- Tomate unas semans de descanso, esta semana os debe de haber desgatado. Pero nada mas vuelvas a estar en activo, hazmelo saber, ¿entendido?- Me giré y le miré- Ahora marchate e intenta no causarme problemas.- Esperé que se inclinara como debia para luego marcharme al interior privado de mi despacho en el interior de palacio.


off: Explico una vez hagas la reverencia me marchare , asi que el post lo cierras tu.